Hemos huido de Semana Santa en Sevilla y pasamos unos días en Portugal. A veces vamos a la playa pero no hace muy buen tiempo.
Hoy 19 de diciembre cumplo cuatro años. Como ya es casi tradición mis papis me han hecho una tarta perruna muy rica. Y ¡mira, también hay un regalo!
Ya es noviembre y las naranjas caen de los árboles. Son como pelotas, o mejor, porque cuando las muerdo sabe muy raro. Qué rica... o no, asquerosa... no, rica... bueno, no lo sé.
Este juego mola: mi papi Edu tira la pelota en la escalera de este monumento en el parque, yo lo recojo, corro por el lazo gigante y salgo al otro lado. ¡Es un perroducto!
El 19 de diciembre es mi cumpleaños. ¡Tres años tengo ya!
Hay tantas cosas apiladas en el sofá que apenas hay sitio para mi. Espera... creo que aquí debajo de los cojines hay un huequecito.
Todos estos olores humanos... de champú y perfumes y jabón, no me gustan nada. Yo, cuando puedo, prefiero convertirme en un animal de verdad, con el pelo guarro que huele a naturaleza.
Ésta mañana, después de un largo paseo por el parque con mi papi Edu, ha pasado algo muy raro. Hemos entrado en una gasolinera cerca de nuestra casa... ¡para lavarme! No me lo puedo creer.
Me da igual que sean de carne y hueso o mecánicos, los gatos me caen muy muy mal. Aquí en Albufeira han puesto unos de estos robots asquerosos en una caja en una tienda. ¡Qué rabia me da!
Te acuerdas que el domingo pasado fuimos al parque del Alamillo donde conocí a mi hermanito Gongo? Pues allí también había un fotógrafo profesional de mascotas e hizo unas fotos de Gongo y de mi.
Hoy por fin he conocido a mi hermanito Gongo. Bueno, en realidad es mi hermanastro porque su padre no es mi padre y mi padre tampoco es su padre, algo así.