Como podéis ver en la foto, ya estamos en Italia, país número cuatro en este viaje. Pasamos la frontera un día antes de lo previsto, pero ya estábamos hartos de Suiza. Sí, es un país muy bonito. Maravilloso. Pero un puto coñazo. Todo en Suiza es prohibido o obligatorio y organizado y arreglado y sobre todo súper caro. Hay mucha naturaleza pero toda vallada, y no se puede disfrutar de la belleza del país sin pagar. Y mucho.
Bueno, comienzo con mi resumen del día. A pesar de estar prohibido habíamos dormido muy bien en nuestro sitio en el bosque. Por la mañana vino mucha gente pero nadie nos molestó. Ya que (al final sí) el coche está decorado con la pegatina de peaje de 40 francos (42€) aprovechamos que podíamos ir legalmente por las autopistas y en muy poco tiempo llegamos a la pequeña ciudad de Sion. Primero vimos el centro y luego subimos a una de las dos colinas que hay en la ciudad, la que lleva la basílica de Valère. Es un buen paseo hasta arriba pero bastante chulo, y desde la cima se veía toda la ciudad, el valle del río Ródano y las montañas alrededor. También se veía bien la otra colina, la del Castillo de Tourbillon. Pero allí no subimos (es bastante mas alta que la de la basílica).
Cogimos e coche y paramos en un sitio entre troncos de madera, cerca del pueblo Leuk. Y… después de poco tiempo vino la policía para decirnos que allí no podíamos acampar, como en todo el país. Mi papi dijo que no estábamos acampando, que solo habíamos parado para comer y echar una siesta y que no íbamos a quedarnos para pernoctar. El policía puso una cara como que no estaba seguro si llevaba razón, pero aceptó la explicación y se fue. Pero no antes de decir que por la noche no podíamos estar allí o nos iba a multar.
El plan era luego ir a Zermatt, un pueblo en la montaña donde se ve uno de los picos más altos de Suiza, el Cervino o Matterhorn. Pero resultó que allí no se puede llegar en coche. Habría que coger el tren que cuesta casi 40 euros cada trayecto, y luego ¿dónde íbamos a dormir?
Entonces decidimos, a tomar por culo el Cervino, a tomar por culo Suiza, nos vamos a Italia.
Para cruzar la frontera hay varias opciones. Por supuesto elegimos la opción gratuita, que implica subir al puerto de Simplon, a más de 2000 metros. Creo que también es la opción más bonita porque paramos en varios sitios y disfrutamos de las vistas. La frontera con Italia ya se encuentra bastante más abajo. Cruzamos, y venimos al pueblo con un nombre algo complicado: Crevoladossola. Y aquí estamos, en una zona para autocaravanas estupenda y gratuita. ¡Hemos vuelto a la tierra de los camperistas!
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