Día 47

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Hoy os voy a contar sobre nuestra aventura eslovena, ¡y os prometo que fue un día muy completo! La primera noche en Eslovenia fue tranquila, con unas 5 autocaravanas y cámperes en el área de autocaravanas en Idrija.

El día amaneció más gris que un gato en medio de la noche, ¡pero nada nos detendría! Decidimos subirnos a nuestro auto-cohetecito y despegar hacia el norte del país. Nuestra misión: conquistar Velíka Planina. ¿Qué es Velíka Planina, os estaréis preguntando?Pues, es un lugar asombroso. Se trata de un pueblo de pastores en las altas montañas de Eslovenia. Imaginad, cabañas de madera en medio de un paisaje montañoso impresionante.

Aparcamos el coche y comenzamos a caminar. Vale, confieso que al principio tomamos un sendero despistado, pero no os preocupéis, mi papi, mi tito Joan y yo somos como el trío dinámico de exploradores. Enseguida nos dimos cuenta y volvimos al buen camino. Finalmente, llegamos al sendero correcto y nos adentramos en este mundo de cuento de hadas montañoso.

A pesar de lo espectacular que era el lugar, el frío era insoportable. Soy un perro valiente, pero no me gusta nada el frío. Aun así, no podía perder la oportunidad de tomarnos algunas fotos y selfies para compartir en mi blog. ¡La vista a Velika Planina era impresionante, y yo quería que vosotros también disfrutarais de la belleza de este lugar!

Después de hacer muchas pata-selfies, el frío se volvía más incómodo que un gato en una tina de agua fría. Decidimos volver al coche y continuar con nuestra aventura. ¡Más kilómetros en coche! Pero Eslovenia es un país hermoso, y cada rincón que exploramos tiene su propio encanto.

Final-mente llegamos a Sevnica, donde encontramos otro área de autocaravanas. Fue como encontrar un tesoro perruno, ya que en Eslovenia no se permite la pernocta libre. Al lado del área de autocaravanas nos topamos con una especie de castillo. Así que, ¿qué hicimos? ¡Pues claro, fuimos a explorar!

Desde el castillo tuvimos unas vistas impresionantes sobre el valle. Fue genial disfrutar de este paisaje desde las alturas. Después de explorar el castillo y disfrutar de las vistas volvimos a nuestra casa rodante para descansar.

La verdad es que este día estuvo lleno de ladri-emociones y belleza natural. A pesar del frío que se nos colaba hasta los huesitos, y de muchos kilómetros en coche, valió la pena. ¡Eslovenia sigue sorprendiéndonos con su encanto.

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