Imaginad esto: una noche de sueño en el cráter del volcán, y lo primero que veo al despertar es un paisaje de infarto. Mientras mi papi y mi títo estaban extasiados con las vistas, yo estaba en mi "cama con servicio a la habitación" disfrutando del desayuno.
Después de esa experiencia en el cráter (que mi papi llama "increíble"), nos enfrentamos al temible enemigo: el coche. ¿Por qué nadie entiende que viajar en coche no es lo mío? Si hubiera una opción para evitarlo, lo haría sin dudarlo.
Nuestra siguiente parada nos llevó a Ahlat, donde descubrimos cementerios medievales de los turcos Seljuk. Y, atención, ¡me permitieron entrar! Tal vez fue mi carita encantadora o mi impecable olfateo, pero me abrieron las puertas. Encontré miles de lápidas de piedra volcánica, algunas de ellas en perfecto estado y otras, digamos que tenían más arrugas que yo después de una siesta de verano. La vejez no perdona, ¿verdad?
En el pueblo nos topamos con unas tumbas que parecían la punta de un lápiz. ¿Serán tumbas para escritores frustrados? En fin, después de esta experiencia enterradora, continuamos nuestra loca aventura hacia el este. Hicimos una parada bajo la sombra de unos árboles, porque ¡el calor era como si el mismísimo Apolo estuviera tostando salchichas en el cielo!
Luego nos aventuramos por caminos de tierra difíciles y llegamos a una pequeña península en el lago Van, donde vamos a pasar la noche.
Mi papi me explicó que el agua del lago Van tiene un sabor extraño debido a su alcalinidad. Yo, como buen perro, miré a mi cuenco de agua y pensé - "Prefiero no saberlo". Aunque, para sorpresa de todos, mi papi se atrevió a un chapuzón. Hombres, ¿qué le vamos a hacer? Es un valiente sin sentido del gusto.
Por último, algo que me alegra enormemente, es que no hemos visto ni oído a ninguna persona viva, ni las llamadas a la oración desde las mezquitas. ¡Una noche de paz perruna se avecina! Espero que el viento no nos juegue una mala pasada. Sopla tan fuerte que podría poner a volar a un perrito despistado como yo.
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