Día 107

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🏁🚙 Rally extremo rumbo a Shatili 🏔️💨
🐕 Gozada en Shatili 🇬🇪 Georgia: acampamos junto al río en las montañas del Cáucaso 🌊⛰️ [SD]
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Hoy os voy a contar las peripecias de un día de viaje con sorpresas dignas de un maestro del disfraz. Esta historia tiene más giros que una pelota de lana en manos de un cachorro travieso! Y aunque no soy el mayor fanático de viajar en coche, el destino nos tiene siempre algo inesperado bajo la pata.

Por la mañana arrancamos el día con una visita inesperada de unas vacas amigables que decidieron hacernos la "muu-ñana" más interesante. ¡Nunca se sabe quién te va a saludar en la puerta de casa cuando eres un perro viajero! Tras despedir a nuestras nuevas amigas de cuatro patas, recogimos nuestra cámper y pusimos rumbo hacia el Datvisjvari Pass (un nombre que parece haber salido de un juego de palabras de perros sabios).

La carretera hacia el puerto de montaña era tan sinuosa como un ratón tratando de escapar de un gato hambriento. ¡Menos mal que mi papi es un conductor fenomenal, porque si dependiera de mí, nos habríamos perdido en un camino de lana de gato! El paisaje en el alto Cáucaso, en Georgia, era tan verde que hacía que uno se sintiera como en un paraíso canino.

Alcanzamos el puerto, situado a unos asombrosos 2689 metros de altura. ¡Casi me siento como si hubiera tocado el cielo con la patita! Allí encontramos a otros trotamundos que habían decidido pasar la noche en sus cámpers. Incluso conocimos a una pareja alemana que ya habíamos visto en Stepantsminda. Ellos habían llegado hasta aquí con una autocaravana que no era precisamente un gato montés, pero la habían domado con maestría. Son unos aventureros de cuidado.

Después de inmortalizar el momento con algunas fotos en el punto más alto, comenzamos el descenso por el otro lado de la montaña. Si los giros de la carretera fueran ovillos de lana, estaríamos nadando en una montaña de ovillos. A ratos parecía que estábamos en una montaña rusa canina. ¡Menos mal que llevaba el cinturón de seguridad puesto!

Al final de la carretera está Shatili, que resultó ser un pueblo con esas típicas casas torres tan características de Georgia, como si estuviéramos en un cuento de perros aventureros. Cerca del pueblo encontramos un lugar maravilloso para pasar la noche junto a un río que hace tanto ruido como un perro persiguiendo una pelota. Ya había otra cámper alemana, pero esta vez decidimos no entablar conversación.

Mientras disfrutábamos del almuerzo, llegó la autocaravana de nuestros nuevos amigos alemanes, Ingo y Elke, que habían logrado llegar a Shatili sin problemas. Son gente tan simpática que harían reír a un perro cascarrabias. También llegaron unos jóvenes suizos, Franziska y Daniel, que viajan en una furgoneta amarilla convertida en cámper. Nos invitaron a unirse a ellos y al resto de los viajeros para compartir una velada digna de ronroneos.

Encendimos una hoguera entre las autocaravanas y cámpers, y la atmósfera era tan buena que podríamos haber organizado un festival perruno. Contamos historias de nuestras hazañas viajeras, compartimos anécdotas divertidas y disfrutamos de la compañía de todos los viajeros.

Por ahora, nos retiramos a dormir en plena naturaleza, rodeados de montañas y ríos que hacen que mis orejas se agucen de emoción. La vida de viajero tiene sus desafíos, pero también momentos que hacen que mi cola se agite de felicidad.

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