Habíamos pasado la noche en plena naturaleza, en una duna cerca de la playa. El sonido de las olas rompiendo en la orilla era música para mis oídos.
Decidimos salir en coche con la intención de llegar a Antalya, pero en el camino vimos una señal que indicaba "Aspendos". Mi papi y Tito Javi son como dos niños en una tienda de golosinas cuando se trata de explorar lugares interesantes. Así que, sin pensarlo dos veces, tomaron la dirección de Aspendos. Yo, por otro lado, me quedé en la cámper, cuidando nuestros tesoros más preciados - la comida.
Ahora, dejadme contaros un poco sobre Aspendos. Es un antiguo teatro romano que data del siglo dos después de Cristo. ¡Casi puedo imaginarme a los romanos sentados allí, comiendo palomitas y viendo gladiadores en acción! Mientras papi Edu y Tito Javi exploraban las ruinas y se emocionaban con la historia, yo me relajé en mi asiento, pensando que este viaje era como una película de aventuras en la que yo soy el perro protagonista. ¡Algo así como "Indiana Chuly y el Reino del Pienso Perdido"!
Continuamos nuestro viaje en dirección a Antalya, pero como siempre, llegó la hora del almuerzo. Y creédme, en una cámper bien equipada un picnic es la única forma de comer. Mi papi preparó algo delicioso, aunque el pienso que me sirvió no era exactamente un plato de cinco estrellas. Pero bueno, a veces hay que conformarse con lo que hay, ¡aunque un poco de tocino habría sido un toque de lujo!
Después de llenarnos la barriga todos nos tomamos una siesta reparadora. ¿Sabéis qué? Siesta en una cámper debería ser un deporte olímpico. ¡Medalla de oro para nosotros!
Sin embargo, cuando nodespertamos, ya era tarde para seguir nuestro camino. Así que decidimos aventurarnos más profundamente en el bosque por caminos de arena. Encontramos un lugar abierto entre los pinos, y créedme, era un sitio realmente hermoso. La única desventaja era que hasta bastante tarde se escuchaba la música del club de golf cercano. ¡Parece que los golfistas también tienen un swing nocturno!
A pesar del ruido pasamos una noche agradable en medio de la naturaleza. El aire fresco y el olor a pinos eran simplemente reconfortantes. Y yo, bueno, yo estuve ocupado vigilando el área, asegurándome de que no hubiera invasiones de ardillas nocturnas. Debo decir que mi actuación fue digna de un perro guardián de élite, ¡aunque las ardillas solo se reían de mí desde los árboles!
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