Día 190

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Hoy mi papi Edu y tito Joan me llevaron a explorar Galaxidi y más allá.

Comenzamos nuestra odisea frente al mar, donde pasamos una noche tranquila. El trío dinámico - yo, papi Edu y tito Joan, salimos en coche y llegamos a Galaxidi. Aparcamos en el pueblo y, como siempre, empecé a explorar olisqueando a diestro y siniestro. Mis humanos decidieron tomarse un café con tarta en un bar junto al puerto. Curiosamente no había ni un solo barco en el puerto. Parece que todos se habían escondido, pero yo estaba vigilante. Nunca se sabe cuándo puede aparecer un barco mágico lleno de huesos deliciosos. Después de la pausa en el puerto visitamos la iglesia del pueblo (solo por fuera porque estaba cerrada). No soy un experto en arquitectura pero puedo afirmar que tenía un tejado que cualquier perro estaría orgulloso de cavar. Tras este breve interludio cultural subimos al coche y regresamos por la misma carretera que habíamos tomado el día anterior. Pasamos nuevamente por Delfos, un lugar lleno de misterios antiguos que seguro me mantendrían entretenido durante horas, pero mis humanos estaban ansiosos por continuar nuestra aventura.
Nuestra próxima parada fue el pintoresco pueblo de Arájova. Según papi Edu, este lugar se parece a los pueblos de la Alpujarra que visitamos hace tres años. ¡Qué casualidad! Mis patas se emocionaron al ver las calles empedradas y las casitas encaladas. Paseamos por el pueblo, disfrutando del ambiente y las sonrisas amistosas de los lugareños. Subimos hasta la iglesia de San Jorge, que se encontraba en lo alto de una colina. Aunque mi ascenso fue un poco más lento llegamos a la cima, y luego bajamos. Mis humanos disfrutaron de un merecido bocadillo en un bar local. Mientras tanto hice nuevas amistades en el pueblo.Después de saciar su apetito mis humanos decidieron subir al monte Parnassos, una aventura que prometía emociones fuertes. La carretera tenía más curvas que yo en una persecución de mi cola, pero eso no detuvo a nuestro coche invencible. Alcanzamos la cima y nos regaló vistas espectaculares que nos quitaron el aliento (aunque yo sigo respirando como un campeón).
De vuelta a la carretera, hicimos una breve parada en el pueblo de Amfikleia, recomendado por un simpático chico español que conocimos en Galaxidi. Sin embargo, este pueblo estaba más tranquilo que yo después de un largo día de exploración.
Era hora de buscar un lugar para pasar la noche. Finalmente, tras un poco de búsqueda en la aplicación Park4Night, encontramos un lugar adecuado. El primer sitio, al lado de una ermita, no nos convenció del todo. Pero unos minutos después, al lado de otra ermita (parece que estas construcciones son populares por aquí), nos sentimos más cómodos y decidimos pasar la noche aquí. Así que aquí estamos, listos para pasar una noche bajo las estrellas.

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