Hoy hemos realizado un auténtico acto de magia al pasar de Grecia a Italia, sin pasar por todos esos países intermedios cómo Albania, Montenegro, Croacia y no sé qué países más. Parece que mi papi es un mago de los viajes.
La jornada comenzó bajo un diluvio universal, como si el mismísimo Neptuno se divirtiera con un cubo de agua gigante. Y como bien sabéis, yo y el agua somos como perros y gatos, aunque yo sea un as en la natación. Pero no hay mal que por bien no venga, porque esa lluvia nos obligó a salir pitando de nuestro lugar de descanso y llegar al puerto de Igoumenitsa en un abrir y cerrar de ojos. ¡Menos mal que fuimos rápidos, porque nos topamos con una especie de desfile griego en el camino! ¡Menuda sorpresa!
En el puerto mi papi se hizo cargo de las tarjetas de embarque y, acto seguido, nos unimos a la cola para subir el coche al barco. Había un montón de cámpers, como unos 30 o 40, todos dispuestos a embarcarse en esta odisea. Pero aquí viene la sorpresa - este año no tuvimos la suerte de un camarote, como el año pasado. No, no, nos tocó pasar todo el día en los espacios comunes del barco. El barco era un verdadero laberinto, y yo, con mi cola esponjada de emoción, no pude explorar bares ni salones, ¡qué chasco!
Y hablando de chascos, lo más curioso una zona en el barco llamada "Pueblo Perruno", el "Dog Village". Suena prometedor, ¿verdad? Pero en realidad, era un espacio que olía peor que un calcetín viejo, situado en lo más alto del barco, con unas jaulas que me daban escalofríos. Me recordaban a las celdas del hospital veterinario en Atenas, y eso no trae buenos recuerdos.
En fin, pasé el día de aquí para allá en el barco, a veces atrapado en la jaula y a veces correteando con mi papi. La travesía se nos hizo larga, con siete horas de navegación y dos horas más antes de zarpar. Pero finalmente, a las ocho en punto según la hora italiana, anclamos en Brindisi.
¡Por fin, podía sentir la tierra firme bajo mis patitas y buscar un lugar donde pasar la noche en Brindisi! Pero madre mía, menudo lío había en el aparcamiento que teníamos en mente. Así que decidimos avanzar unos 20 minutos más, y aquí estamos, en un aparcamiento a la orilla del mar. Está tan oscuro que no puedo ver gran cosa, solo otro cámper en la distancia. ¿Qué nos deparará mañana en esta aventura italiana?
Añadir nuevo comentario