Día 299

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¡Guau, amigos peludos y humanos aventureros! Os cuento que el 2025 no ha empezado con la pata derecha... Bueno, al menos no para mi papi, porque yo siempre llevo mis cuatro patas bien puestas. Pero dejad que os lo explique desde el principio.

La mañana arrancó tarde, muy tarde. Dormimos en un sitio guay, tan guay que papi decidió que salir de allí antes de mediodía sería un crimen contra la comodidad. Así que nos pusimos en marcha con calma, pero con ganas de aventura. Mi papi puso en el GPS una ruta que prometía paisajes de ensueño: Grenoble y luego los Alpes franceses. Yo ya me imaginaba corriendo por campos nevados como un loco...

¡PERO NO! Google Maps decidió que nuestra vida era demasiado tranquila y ¡zas! nos desvió 10 kilómetros en la dirección contraria. ¡Sin avisar, eh! Ni un ladrido digital ni un “Oye, Chuly, preparaos para un rodeo”. Total, que tuvimos que dar media vuelta. Yo aproveché para echarme una siesta, porque soy práctico.

Y si eso no fuera suficiente, mi papi empezó a sentirse fatal. Cansado, como si hubiera corrido detrás de 20 gatos invisibles. Claro, eso pasa por no celebrar Nochevieja con estilo. Entonces, sacó su móvil y buscó en Park4night un sitio donde descansar. Y ahí apareció nuestro salvador: un pequeño campo junto a una carretera, con césped, una mesa de picnic y una papelera. Vamos, nada del otro mundo, pero oye, cuando estás cansado, hasta una piedra parece un sofá de lujo.

Ahora estamos aquí. Mi papi duerme como un tronco, mientras yo vigilo que ningún intruso se acerque (vale, también duermo un poco, pero con un ojo abierto, por si acaso). No creo que nos movamos más hoy. Pasaremos la noche en este campo sencillo pero apañado, y mañana... ¡quién sabe qué aventuras nos esperan!

Así que, queridos lectores, cruzad los dedos o las patas por nosotros. ¡Prometo ladrar las novedades pronto!

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