Hoy ha sido un día de patas quietas. No nos hemos movido del sitio donde pasamos la noche porque mi papi sigue peleando con su resfriado. Le dije que lo mejor era que descansara un poquito, y me hizo caso... más o menos. Los polacos con su autocaravana también siguen en el mismo sitio. ¡Parecemos un campamento improvisado!

Solo al final de la tarde mi papi salió a hacer compras. Resulta que hay un supermercado a menos de cinco minutos andando, y yo, siendo el caballero peludo que soy, me ofrecí a ir en su lugar para que él pudiera quedarse calentito en la cámper. Pero claro, según él, no sería buena idea. ¡Como si no pudiera distinguir entre un kilo de zanahorias y una bolsa de chuches! Vale, quizá llenaría el carrito solo con huesos y salchichas, pero, ¿acaso eso no es una compra responsable?

Por mi parte, el día ha sido de relax total: he dormido, he descansado y he explorado un poquito los alrededores de la cámper. Estamos en un campo de césped cerca de un pueblo y un lago, así que he olido cada brizna de hierba y he supervisado que todo estuviera en orden. Trabajo duro, ¿eh?

Y aquí seguimos, mimando a mi papi para que se recupere pronto. ¡Espero que mañana estemos los dos al 100% y listos para nuevas aventuras!