Hoy ha sido otro día muy variado. La mañana regular, la tarde fantástica y la noche.... bueno, os cuento.
La mañana no me ha gustado nada, en primer lugar porque me habría quedado un par de horas más en la cama, pero sobre todo porque casi todo el tiempo tuvimos que ir por la carretera. Saliendo de las afueras del pueblo (hay muchas casas muy bonitas pero no están juntas como en un pueblo) era una carretera estrecha. No había mucho tráfico pero tampoco mucho espacio para dejar pasar los coches. Luego cruzamos un ferrocarril (por un tipo de túnel, con eco wuuf-uuf-uf-f) y otra carretera más grande. Allí papi dejó sus viejas botas porque dice que pesan mucho y las nuevas son muy cómodas, y allí comenzó un tramo que sí me gustaba mucho. No era carretera ni camino sino más bien una pista, o sea una franja de playa por el bosque. Yupiii, arena! Desgraciadamente no duró mucho porque pronto comenzó el peor tramo de todos estos días. Creo que en su día estaba aquí el sendero pero han puesto una carretera encima y se han olvidado de hacer el sendero de nuevo. Y l carretera con muchísimo tráfico. Vamos era como caminar por la ronda de Capuchinos pero no por la acera sino por donde los coches. ¡Que miedo, y esto duró casi dos horas.
Luego comenzó la parte bonita: el sendero se desvió de esa carretera horrible y hasta llegar al pueblo Cuevas del Becerro (qué nombre más raro, ¿no?). El pueblo en sí es un poco raro; no tiene núcleo sino todos los bares y tiendas etcétera están repartidos por todo el pueblo. Comimos muy bien (sí, yo también probé el churrasco) en la terraza de un bar y luego seguimos caminando. Los dos teníamos mucho sueño, ya era la hora de la siesta, entonces nos damos un buen coscorrón en la sombra de un olivo al lado del camino. Creo que papi durmió más que yo porque alguien tiene que estar de guardia, ¿no?
Queríamos acampar antes de llegar al siguiente pueblo, Serrato, pero no había ningún sitio adecuado. Allí es todo olivares y trigales, no había bosque. El pueblo apareció muy de repente, estaba escondido detrás de una colina. Entonces tuvimos que seguir andando hasta encontrar un sitio discreto entre los olivos. Ya era casi de noche cuando papi montó la tienda y te juro que yo quería dormir tranquilamente pero justo antes de irme a la cama vi un pusi demasiado cerca de la tienda. Entonces hasta que estaba seguro de que no iba a volver, apenas dormía. A las 5 de la mañana digo.