gratuito
Entre tormentas y ruinas descubrí un dolmen gigante, un castillo embrujado y los senderos de Glendalough. Yo posaba como arqueólogo perruno mientras papi Edu y tito Joan luchaban con la lluvia.
Entre castillos medievales, duchas gratis y barreras imposibles, terminé el día como un rey perruno vigilando un aparcamiento junto a un cementerio.
Dormí tranquilo en el bosque hasta que papi me llevó a Cahir y Cashel, donde los castillos me dejaron fuera del plan. En Kilkenny me resarcí jugando como loco con manzanitas caídas.
Exploramos Cork con su Mercado Inglés, catedral imponente y murales vibrantes. La tormenta nos alcanzó, pero seguimos hacia Scaragh Woods, un escondite mejor de lo esperado.
Entre chubascos esquivados, cafés con pastel, música de órgano y murallas en forma de estrella, descubrimos Kinsale de arriba abajo y cerramos el día con paseo por los bosques de Ballymartle.
Entre sirenas repentinas, barcos dormidos en el barro y senderos de bosque, el día guardaba su tesoro: el regreso de tito Joan, mi alegría hecha salto.
La noche fue un concierto de viento y lluvia que nos echó de la cama sobre ruedas. Al día siguiente, entre baños marinos, paseos por bosques y un final poco glamuroso, viví mil aventuras.
Dormimos bajo las murallas de Castledonovan y subimos hasta el Baltimore Beacon, un helado gigante vigilando el mar. Acabamos el día entre viento y mareas, listos para soñar aventuras.
Entre tormentas y olas, seguimos la pista de aventuras escondidas por la costa irlandesa, olisqueando cada curva y cada rincón.
Lluvia a cántaros y viento travieso, pero yo en la cámper convertido en rey de los charcos imaginarios. Sneem, cantera espeluznante y refugio perfecto para dormir sin mojarse.