Kilométrica cola de camiones 🚛🕒 para cruzar la frontera entre Rumanía 🇷🇴 y Hungría 🇭🇺
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Hoy nos hemos despedido de Hungría con una última noche bajo sus cielos estrellados. Pero el tiempo apremia y los kilómetros no se recorren solos, así que tocaba poner rumbo a nuestra siguiente aventura: ¡Rumanía! Con las patitas listas (bueno, más bien las ruedas de la cámper), salimos a tiempo… o al menos, a nuestra versión de "a tiempo".
Conducimos unos 130 kilómetros y, sorprendentemente, todo fue como un suspiro. Pero el momento estrella del día llegó justo antes de la frontera. Cuando mi reloj interno ladró "¡hora de comer!", encontramos un lugar que parecía salido de un catálogo de vacaciones: un rincón mágico junto a un río, bañado por un sol que acariciaba más que quemaba.
Allí, mi papi decidió que era el momento perfecto para una ducha al aire libre. Sí, sí, ducharse en plena naturaleza es como un spa, pero con más posibilidades de que algún pájaro curioso te mire raro. Yo supervisé, por supuesto, mientras también me echaba un ratito de relax perruno. Comimos tranquilos, descansamos y disfrutamos de horas que se sintieron como minutos. Aunque, por lo visto, no podíamos quedarnos a dormir ahí porque el lugar requería algún tipo de permiso (y porque no queríamos tentar al destino). Así que, con las pilas cargadas, retomamos el camino hacia la frontera, a unos 15 minutos de allí.
Cruzar fronteras para nosotros es un trámite fácil. Los oficiales humanos nos miran, sellan papeles y ya está. Aunque, honestamente, me pareció que el oficial rumano estaba de mejor humor que su colega húngaro. Quizá porque yo le eché mi mirada de "soy adorable, déjanos pasar rápido".
Después de cruzar, nos encontramos con una escena digna de una película de acción: ¡una fila interminable de camiones esperando salir de Rumanía! Contamos más de 220 camiones en una cola de casi 10 kilómetros. ¡Impresionante! Pero también un poco aterrador, porque esos camiones ocupaban todo el carril contrario, y cada adelantamiento era como una partida de Tetris… en modo experto.
Nuestro destino era Arad, una ciudad justo después de la frontera. Pero no íbamos a dormir en el centro, ¡qué va! Encontramos un pequeño parque natural cerca de la ciudad y decidimos investigar posibles sitios para pasar la noche. Probamos varios rincones hasta dar con el perfecto: ¡un aparcamiento junto al centro de visitantes del parque! Cuando llegamos ya era noche cerrada, pero el lugar estaba tranquilo y no había señales de que alguien nos fuera a molestar. Así que aquí estamos, listos para una noche relajada antes de seguir explorando este nuevo país.
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