Pasamos la noche meneándonos como croquetas en sartén con viento. ¡Y encima agujetas! Pero aún así, hoy tocó piedras mágicas, calles con tiendas para humanos montañeros y un mirador con sorpresa final.
Montaña arriba, montaña abajo… casi 18 km de aventura, viento en la cara y patas al límite. Pero con bocata, siesta y paisaje brutal, ¿quién se queja?
Entre espinas traicioneras, vientos despeinantes y lluvia inglesa, cruzamos media isla en busca de un rincón seco. ¿Lo encontramos? ¡Sí! Pero las espinas siguen en mi memoria perruna…
Robin Hood no apareció, pero sí una cuesta que casi me saca la lengua por la oreja. Luego vimos una iglesia rota muy importante, aunque tuvimos que espiarla por encima del muro. Planazo.
Después de un paseo urbano, nos lanzamos al Cleveland Way: trote por la costa, vistas de infarto y hasta una antigua fábrica de alumbre. Fue tan épico que al final solo queríamos agua, cena… y dormir donde fuera.
Crucé York de cabo a rabo buscando jamón… y resulta que el de York no es de York. Eso sí, encontré una torre, un puente, una muralla y un humano con pollo. Nada mal para un jueves.
Dormimos mal entre dudas, cuervos y cabezas del revés. Conducimos por túneles verdes llenos de baches hasta un campo de trigo con puesta de sol. Jugando con la pelota llegaron dos tipos… ¡y acabamos invitados a una feria de caballos!
Tras cinco días de mimos familiares (y esquivar al primo-gato ninja), tocaba volver al asfalto. Lo que no sabía es que el barco sería más aburrido que un domingo sin pelota.
Pastilla antiparasitaria, paseo al centro comercial y cena de despedida… mientras yo me quedo en casa con el pusi vigilando la logística.
Kattenmensen in huis! Tom werd overladen met knuffels, ik kreeg kruimels (bijna). Na taart, bezoek en bankhangen volgde een lange wandeling met papi Edu. Rustige dag, volle neus, tevreden pootjes.
Regen, regen en nog eens regen. Terwijl zij naar een theater met 4000 mensen gingen, lag ik lekker warm… in het mandje van de kat. Tja, een hondenleven is soms best knus!
Papi se va a nadar con Tito Antonio y yo me quedo en el sofá... ¡pero vuelve con pelotas nuevas! Paseo con lago, molino holandés y selfie incluido. Dormimos en la camper, como toca.