Día 247

Hoy os traigo una aventura que huele a café recién hecho, historia medieval y un poco de postureo fotográfico. Empezamos el día en un lugar de ensueño donde pasamos la noche. Imaginaros un paisaje que quita el ladrido: montañas al fondo, verdes campos y el cielo pintado como un cuadro. Pero no os entretengo mucho aquí, porque nuestro destino era nada más y nada menos que Sibiu, ¡una joyita en el corazón de Rumanía!

Después de un corto trayecto, llegamos a Sibiu. Para los que no la conozcáis, os cuento: esta ciudad es famosa por ser una de las más bonitas y mejor conservadas de Rumanía. ¿Sabíais que fue Capital Europea de la Cultura en 2007? ¡Casi me quito el collar de la emoción al saberlo! Lo primero que notamos al pasear son sus tejados "vigilantes", porque muchas casas tienen ventanas que parecen ojos. No sé vosotros, pero a mí me daban ganas de ladrarles, como si estuvieran mirándome fijamente.

Caminamos por el casco antiguo, lleno de calles adoquinadas, plazas encantadoras y edificios que cuentan historias. Visitamos la Plaza Grande (Piața Mare) y la Plaza Pequeña (Piața Mică), donde mi papi y mi tío Joan hicieron su debut como modelos en el proyecto Thousand Faces. Un fotógrafo estaba buscando retratar la diversidad de personas, ¡y claro, mi familia no se iba a quedar fuera! Aunque no tengo pruebas, estoy seguro de que mi sonrisa perruna también se coló en alguna foto.

Después del "momento celebrity", nos sentamos en una terraza para tomar un café. Bueno, ellos tomaron café; yo aproveché para echarme una mini siesta bajo la mesa (ser adorable también cansa). Con las pilas cargadas, seguimos explorando y cruzamos el famoso *Puente de las Mentiras* (Podul Minciunilor). Dicen que si cuentas una mentira aquí, el puente se cae… Menos mal que yo soy un perro sincero, porque si no, ¡adiós paseo!

Cambiando de ambiente, pasamos a la parte más moderna de la ciudad, la calle Comercial. Mientras ellos compraban unos bocadillos, yo vigilaba, por si algún trocito de pan caía "accidentalmente" al suelo. Spoiler: no pasó.

Cuando pensábamos que habíamos visto todo, Sibiu nos regaló más sorpresas. Pasamos por una impresionante iglesia ortodoxa con dos torres que brillaban como si el sol les guiñara un ojo. Mis humanos estaban tan impresionados que hasta me olvidaron por un segundo… aunque luego vino corriendo a acariciarme, claro.

Tras unas cuantas horas de caminata, volvimos al coche para seguir nuestra ruta. Nuestro próximo destino era el pequeño pueblo de Biertan, famoso por su iglesia fortificada. Pero como no queríamos llegar con la lengua fuera, buscamos un sitio tranquilo para pasar la noche cerca del pueblo. Así, mañana estaremos listos para la próxima aventura.

Y hasta aquí el ladrido de hoy. ¡Prometo contaros todo sobre Biertan en la próxima entrada! Mientras tanto, ¿habéis visitado alguna vez un lugar con "ojos en los tejados"?

Joan

Impresionante el sitio

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
2 + 14 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.