Esta mañana llovía, y por una vez nos vino genial. Después del Ben Nevis, teníamos el cuerpo como si nos hubiera pasado por encima un tren de bastones. Así que aprovechamos la excusa para quedarnos en la camper, tapaditos y sin mover una pata. Yo en modo croqueta, papi Edu con su libro, y fuera, solo el golpeteo de la lluvia en el techo. Glorioso.
Después de comer, el cielo se aclaró un poco y arrancamos. Hicimos unos ciento treinta kilómetros, pasando por las afueras de Glasgow (spoiler: no vimos nada) y llegamos a la costa de Maybole. El sitio es un aparcamiento enorme con vistas al mar de Irlanda y la isla de Arran al fondo. Muy tranquilo, con solo dos autocaravanas más, bien separadas, como debe ser.
Antes de recogernos, fuimos a estirar las patas por la playa. Papi Edu me lanzó la pelota, yo corrí, él rió, yo ladré. Ya sabes, el ritual. Ahora estamos dentro, calentitos, viendo cómo el sol se esconde detrás del mar.
Día corto, pero perfecto para recargar baterías. Mañana… ya veremos.
😘😘😘🫂