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Corrige la puntuación de esta historia, escribe los números en texto y escribe las horas de forma natural. No cambies nada más y deja una coma después del día de la semana en el título: . . Día 51-55: Edimburgo. Cinco días sin Papi Edu. Sí, lo sé, suena fuerte. Y lo fue… al menos al principio. El primer día estaba como si me hubieran dejado en el internado de los perros buenos. Caminaba despacito, las orejas medio caídas, todo el mundo me ofrecía cosas y yo ponía cara de “¿pero esto qué es?”. Pero eso solo duró un día. El segundo ya me sentía como en casa. Fabi –ahora Tito Fabi– es un tío enrollado. Vive en un piso muy chulo en Edimburgo, y allí también viven su novia Maggie (que es un amor) y Cassie, la hija de Maggie, que al principio parecía tímida, pero enseguida me entendió sin palabras. El primer gran descubrimiento de Tito Fabi fue que duermo más que un gato en domingo. Él decía que no entendía cómo un perro tan energético como yo, que había cruzado medio continente, ahora podía pasarse media mañana roncando con las patas al aire. Lo que pasa es que en esta casa no hay ruido de motor ni curvas ni bocinas ni despertadores. Aquí se duerme de verdad. Una mañana, Fabi quiso salir conmigo temprano, sobre las siete y media. Abrió la puerta muy ilusionado, pero yo ni levanté la ceja. Salí por compromiso, hice ver que olisqueaba algo, pero ni pis ni popó. Me di la vuelta y me planté delante del portal. Quería volver a la camita, que el sueño no se termina solo. Con mis juguetes, Tito Fabi flipó. Descubrió que cada uno tiene su propósito: el pato es para antes de comer, el osito es para las siestas y la pelota es para mis momentos de euforia máxima. No mezclo usos, soy un profesional del entretenimiento. Un día, mientras Fabi intentaba que jugara con el pato fuera del contexto comida, le miré con cara de “esto no funciona así, tío”. Ah, y resulta que Tito Fabi tiene un canal de YouTube que se llama "Viajar con Fabi" https://youtube.com/@viajarconfabi . Es un canal muy chulo donde comparte sus aventuras por el mundo con un toque muy suyo, y estos días ha subido un short titulado "Mi nuevo amigo viajero 🐶"… ¡y sí, ese amigo soy yo! Con Maggie di mil vueltas por el barrio. Me llevó por parques, por calles tranquilas… pero uno de los paseos más guays lo hice con Fabi: una escapada al Union Canal. Me encantó. Me quedé un buen rato mirando unas estatuas negras de cisnes, de tamaño real. Quietos, brillantes, misteriosos. No les ladré, pero los miré con recelo. Los cisnes de verdad me ponen nervioso. Estos eran como congelados, pero yo no me fío. Y Cassie, la hija de Maggie… ella fue una sorpresa. Desde el primer momento me dejó subirme a su cama durante el día, mientras ella leía o miraba el móvil. Yo me enrollaba a su lado como si fuéramos amigos de toda la vida. En una de esas siestas compartidas, todo era tan relajante que, bueno… se me escapó un pedete. Cortito, pero con presencia. Ella me miró como diciendo “¿perdona?”, y yo giré la cabeza en plan “uy, qué raro ese ruido del pasillo”. Aquí no ha pasado nada. En estos días no he echado de menos la camper. Ni las curvas, ni la nevera vacía, ni las duchas con midges. He tenido cama, paseos, premios, siestas largas y compañía cariñosa. Pero algo me dice que Papi Edu va a volver mañana. No sé cómo lo sé. Es ese instinto perruno que tengo justo al lado del radar para detectar cuando sacan jamón del frigo. Estoy listo para volver, aunque me va a costar despedirme de esta familia humana de Edimburgo. Tito Fabi, Tita Maggie, prima Cassie… gracias por estos días. No sois Papi Edu, pero habéis sido lo más parecido que se puede encontrar en este rincón lluvioso del mundo.