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Corrige la puntuación de esta historia, escribe los números en texto y escribe las horas de forma natural. No cambies nada más y deja una coma después del día de la semana en el título: . Día 65:. Littleferry - Berriedale. Esta mañana nos la tomamos con más calma que un caracol con resaca. Entre desayuno, estiramientos, mirar las nubes (yo) y resoplar (Papi Edu), se nos pasó la mañana sin darnos cuenta. Las otras campers ya se habían ido todas, como si tuvieran una reunión urgente en la cumbre del Ben Nevis. Nosotros, en cambio, salimos pasada la una, tan tranquilos, sin prisa ninguna. Nuestro primer destino fue el famosísimo Castillo de Dunrobin, que está entre Golspie y las nubes de cuento. Aparcamos como campeones en su parking, nos acercamos... y boom: ¡quince libras y media por barba para entrar! Y encima no admiten perros. ¡Excuse me! Un castillo que se llama Dunrobin y no deja entrar a un perro andaluz viajero, eso es como una empanadilla sin relleno. Así que dimos media vuelta elegantemente y cambiamos de plan. Aparcamos un poquito más abajo, entre Golspie y el castillo, donde empieza el sendero Big Burn Walk. Pero antes de lanzarnos a esa aventura, decidimos hacer otra ruta más perruna: el paseo costero que lleva hasta el castillo. ¡Qué gozada! Una millita bordeando el mar, con vistas al castillo desde fuera, gratis y sin censura canina. Desde la costa se ven bien las torres puntiagudas, los jardines y hasta algún turista despistado. El sol brillaba, el mar resoplaba, y Chuly trotaba. Volvimos al coche por otro caminito y ahora sí: ¡Big Burn Walk! Que no es una quema gigante de hamburguesas ni una app de fitness, sino un sendero encantador entre bosque, musgo, puentecitos y un riachuelo muy simpático. Tardamos como una horita ida y vuelta, a ritmo sabrosón. No es un paisaje de película, pero tiene su encanto y está fresquito. O sea, aprobado con aplauso. Después, fuimos a ver un punto misterioso en el mapa. El Papi no recordaba qué era exactamente, pero al llegar... ¡sorpresa! Una playa salvaje, sin paseo marítimo ni chiringuito, pero con arena fina, olas suaves y un cartel glorioso que avisaba en inglés: “Si te molesta la desnudez, mejor no sigas por aquí”. ¡Ejem! ¡Que no cunda el pánico! Nos quedamos un rato, al sol, al natural. Sin más detalles, que lo importante aquí es que yo jugué en la arena como si no hubiera un mañana. A veces me emocionaba tanto que le tiraba arenazos a Papi Edu sin querer, pero él disimulaba con sonrisas entrecerradas y muchos “¡ya basta, Chuly!”. Lo típico. Estuvimos más o menos una horita, hasta que una nube gorda se puso celosa del sol y lo tapó todo, así que decidimos mover el campamento.. Rumbo: Helmsdale, donde hicimos una parada logística de alto nivel. En el puerto había un grifo de agua potable sin candado ni pago, cosa que en Escocia es casi más rara que un unicornio. Llenamos los depósitos, y yo bebí directamente, como buen catador profesional. Desde ahí, tocaba buscar sitio para dormir. La A9 no está muy sobrada de sitios chulos, pero encontramos uno que nos gustó: el aparcamiento de Ousdale Broch, un sitio con una historia triste. Porque sí, os cuento: Ousdale es uno de los "clearance sites", lugares donde hace siglos echaron a familias enteras de sus casas, quemaron sus viviendas y les obligaron a marcharse para que los terratenientes pudieran tener más ovejas. Así de bonito era el tema. Las “Highland Clearances” fueron momentos muy duros de la historia escocesa. Hoy solo quedan ruinas y un silencio que pesa. En el aparcamiento no hay nadie más, solo una excavadora aparcada como si también hubiera querido marcharse y no le dejaron. Está tranquilo, con buenas vistas y un aire de respeto. Nos vamos a dormir aquí. Sin castillos, pero con historia. Sin turistas, pero con alma. Y con un Papi Edu cada vez menos griposo. ¡A ver si mañana ya está listo para más aventuras!