Después de dos días muy alegres, esta mañana la visita se ha marchado y hemos retomado el sendero.
Desayunamos en el hotel y luego bajé andando con papi Carlos y papi Edu al pueblo de Pitrés. Mi Tita María y Tito Jan bajaron en coche. Tomaron un cafelito en un bar y a las 11:30 ya era hora de despedirnos, porque todos teníamos un camino largo por delante: ellos en coche a Sevilla y yo con papi Edu caminando a Trevélez.
El camino en sí no era demasiado largo, unos 15 kilómetros, pero con muchísima subida. Y también teníamos que tener en cuenta que, con el cambio horario, a partir de ahora hay una hora menos para caminar... ¿o más? ¿o menos? Emmm, creo que menos.
La ruta estaba bastante bien señalada y apenas nos perdimos. Además el camino estaba bien definido. Iba sobre todo por bosques de roble. Solo hemos hecho una parada más o menos larga, en uno de los puntos más altos donde hay bonitas vistas. Pero aún así al final tuvimos que ir un poco de prisa para no tener que caminar de noche. Porque efectivamente, ahora a las 18:30 ya es bastante oscuro. Y menos mal que no tenemos que dormir en la tienda porque hace mucho frío. En Trevélez no nos quedamos en un hotel sino en una casa entera. Es muy antigua pero muy chula, creo que es una cueva pero lo tendría que comprobar mañana con luz de día.