Hoy fue otro día rebosante de aventuras perrunas. Arrancamos con la velocidad de una tortuga en modo domingo. Nos dirigimos de nuevo a Valencia desde nuestro acogedor sitio frente a la fábrica de arroz hasta la guarida de Tito Javi, ¡ solo cinco minutos en coche.

A la una en punto, Tito Javi hizo su aparición estelar y los tres nos lanzamos al centro de Valencia para presenciar otro episodio de Las Fallas: La Mascletà. ¿Qué puedo decir? ¡El estruendo fue tan intenso que hasta los pájaros se echaron a temblar! ¡Pero a los humanos parece encantarles esa locura ensordecedora! ¿Están seguros de que tienen todas las tuercas en su lugar? La Mascletà, ¿os suena? Es como una orquesta de cohetes y petardos que transforma la plaza del ayuntamiento en un escenario de guerra sonora. Y allí estábamos nosotros, entre la multitud ansiosa de presenciar el espectáculo. Debo confesar que me dejó los nervios a flor de piel, ¡pero solo fueron 5 o 10 minutos de adrenalina pura!

Después, de regreso a la casa de Tito Javi, ¡nuestro camino se cruzó con unos buñuelos de calabaza que causaron sensación! ¡Pero con tanto azúcar, se negaron a compartirlos conmigo! Mi títo tuvo que volver a su trabajo desde casa, y nosotros pusimos proa al norte.

Una hora en coche después, estábamos al borde de la playa, en un campo tras la duna. Y el lugar, ¡una maravilla! Tiene tanto espacio que hasta yo podía corretear a mis anchas sin problemas. Antes de que el sol se ocultara, nos dimos un paseo por la playa y el dique hasta el próximo pueblo.

Aquí, amigos míos, dormiremos como troncos! ¡Qué día tan emocionante y lleno de aventuras!