Día 202

Hoy ha sido un día largo, de esos con muchas paradas, muchas cosas que ver y también... con despedida. Salimos del sitio donde habíamos pasado la noche, justo en el puerto de Tallín, y fuimos directos en coche al Memoria a las Víctimas del Comunismo (Kommunismiohvrite memoriaal). Está junto al mar, en una zona tranquila y verde, y aunque era la tercera vez que lo visitábamos, sigue impresionando. Es un pasillo largo y oscuro con miles de nombres grabados en las paredes, de personas que fueron deportadas, asesinadas o desaparecieron durante la ocupación soviética.

Justo al lado está un monumento soviético antiguo, de los tiempos en que la URSS dominaba Estonia. Es una estructura enorme y fría, como de otro mundo. Muy distinto al memorial, pero juntos cuentan una historia fuerte y compleja. Pasamos casi dos horas por allí, paseando y sintiendo todo ese pasado.

Después volvimos a la camper para comer tranquilos en un aparcamiento cercano. Luego tocó seguir ruta: esta vez al monasterio de Pirita (Pirita klooster). También era la segunda vez que íbamos, pero sigue siendo un sitio chulo. Son las ruinas de un antiguo convento del siglo XV, enorme y con mucha historia. Quedan solo los muros, pero se puede imaginar cómo era la vida allí. Hay silencio, césped y muchas piedras con historia.

De allí nos fuimos a la Torre de Televisión de Tallín (Tallinna teletorn), que está a las afueras. Los perritos no pueden entrar, así que me quedé en la camper vigilando todo mientras Papi Edu y Tito Joan subieron. La torre mide 314 metros y tiene un mirador con vistas espectaculares de la ciudad y del mar. También hay exposiciones sobre la historia de la torre y de Estonia. Yo no subí, pero me lo contaron luego todo.

Y después... tocaba despedirse. Tito Joan volvía a Barcelona en avión. A las siete lo dejamos en el aeropuerto. Ahora me quedo solo con Papi Edu otra vez, como en los viejos tiempos. Pero bueno, hemos pasado unos días muy guays los tres juntos.

Buscamos un sitio tranquilo para dormir y encontramos uno muy curioso: está justo debajo de unos cables de alta tensión, pero rodeado de naturaleza. Y lo más raro: hay un campo de disc golf. Eso ya lo habíamos visto en Finlandia. Es como el golf, pero en vez de pelotas y palos, se lanzan discos (como frisbees) a unas cestas de metal. No vimos a nadie jugando, pero parece un deporte divertido. ¡A ver si un día lo vemos en acción!

Ahora toca descansar. Hoy ha sido un día largo, lleno de historia, vistas, ruinas, y también un poco de tristeza por la despedida. Pero mañana será otro día.

Guau.

Joan

Que guapos

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