Día 291

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Después de la noche de nieve que ayer nos dejó algo desvelados, anoche tocaba recuperar sueño. Nos despertamos bien tarde, a las diez y media, con el sol brillando y un día precioso esperándonos. Después de desperezarnos, dimos un paseo estupendo por el parque que teníamos al lado. Un buen olfateo por allí siempre viene bien para empezar el día con energía.

Ya sobre la una y media, arrancamos la cámper rumbo a la tienda favorita de mi papi, esa que empieza con "L" (no diré nombres, pero seguro que sabéis cuál es). Luego, como si no tuviera suficiente con una tienda, fuimos a un Obi, donde mi papi buscaba materiales para su gran proyecto de ducha interior. ¡Sí, amigos, parece que pronto tendremos un spa móvil!

Con las compras hechas, pusimos rumbo a una verdadera joya: el Santuario del Monte Grisa. Este lugar está a más de 300 metros de altura y ofrece unas vistas espectaculares del mar Adriático. Pero lo mejor no fue solo el paisaje, sino el paseo entre el bosque hasta llegar a un mirador impresionante. Por supuesto, hice mi papel de explorador y revisé cada esquina del camino, no sea que se nos escape algún secreto del lugar.

El santuario en sí es una iglesia gigante, construida con mucho hormigón y con un diseño moderno que parece sacado de otro mundo. Desde lejos parece un triángulo gigante, como una especie de pirámide futurista. Es curioso porque su forma fue diseñada para simbolizar la paz, pero yo diría que también simboliza lo mucho que mi papi y yo tenemos que caminar para explorarlo todo. Dentro tiene un ambiente sobrio, pero invita a reflexionar. Eso sí, os aviso: no se puede olfatear demasiado porque no hay rincones escondidos interesantes para nosotros los peludos.

Al caer la tarde, dejamos atrás el santuario y nos dirigimos a nuestro lugar para pasar la noche: un aparcamiento amplio y tranquilo en la Reserva Natural de los Lagos de Doberdò y Pietrarossa. Aquí no hay nadie más, solo nosotros, la luna y una calma absoluta. Es perfecto para pasar una Nochebuena diferente, lejos de villancicos y alborotos. ¡Aquí, en plena naturaleza, es donde mejor nos sentimos mi papi y yo!

¿Qué tal vuestra Nochebuena? Espero que sea tan tranquila o tan emocionante como la nuestra. ¡Hasta la próxima aventura, patas aventureras!

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