¡Hoy ha sido un día de relax total! Esta mañana no tenía ganas de nada. Mi boquita seguía un poquito molesta, así que bajé con mis papis a desayunar (porque, claro, siempre hay que comer) y luego me volví a la cama. ¡Qué gusto dormir un rato más!

Mis papis sí que salieron, pero yo no tenía muchas ganas de aventuras. Creo que fueron a ver unos monumentos prehistóricos llamados dólmenes. Y es que, además de no estar con mucho ánimo, resulta que los perritos no pueden entrar, ¡por si acaso nos encontramos con algún hueso prehistórico! Eso sería un poco raro, ¿no?

Cuando volvieron a la hora de comer, fuimos a un bar en el centro y comimos algo. Después, nos metimos los tres en la cama para una siesta que fue lo mejor del día. ¡Qué maravilla, estaba tan a gusto!

Ya por la tarde, me sentí como un perrito nuevo. Fuimos a dar un paseo por el pueblo y exploramos un parque muy bonito. ¡Vaya si me dio tiempo de olerlo todo! Y por supuesto, pasamos por la plaza de toros, aunque solo la vimos desde fuera. Total, que el día fue de esos que uno necesita de vez en cuando, de relax total. ¡Uuuuaaa, qué bien me siento!