visita en Antequera

¡Hoy pensé que otra vez me tocaba caminar y caminar, pero el día fue mucho mejor de lo que me había imaginado! Con mis papis Edu y Carlos empezamos muy tranquilos, pero en cuanto me di cuenta, ¡ya estaba claro que no íbamos a ir a ningún lado! Y de repente, ¡sorpresa sorpresa! Sobre la una, vi el coche de mi Tita María y Tito Juanjo, ¡habían venido otra vez para verme! ¡Yupiiiii! No os imagináis lo feliz que me puse cuando salieron del aparcamiento.

Pasamos un día increíble: conseguí muchos cachitos de beicon en un restaurante que se llama igual que uno de mis apodos: ¡Pomodoro! Luego fuimos a comer de verdad y, claro, ¡también conseguí más cosas ricas! Después de la comida, subimos a la Colegiata, pero esta vez en coche (¡menos mal, que estaba cansado!). Qué bonito es ese sitio, y allí podía correr mucho y jugar con la pelota. ¡Todo lo que un perro podría soñar!

Pero claro, como todo lo bueno, lo que sube tiene que bajar... Por la tarde, mis titos y mi papi se montaron en el coche para volver a Sevilla, aunque me prometieron que van a volver muy pronto. ¡Muchísimas gracias a mis titos y a mi papi por venir a Antequera y hacerme pasar un día inolvidable!

Yo me quedo aquí con mi papi Edu, que estoy seguro de que mañana seguimos nuestras exploraciones por el sendero. Ayyy, a ver si esta noche las agujetas me dan un respiro...