Qué oscuro era el sitio donde hemos dormido, pero qué bonito se ve de día. Aunque por la noche tenía que salir varias veces para hacer pipí y popó (y conseguir mis premios correspondientes), pasamos una noche muy tranquila.
Después del desayuno en la cámper nos pusimos a andar, por un sendero que nos llevó a las rocas y montañas en la zona. Hacía muy buen tiempo y disfrutamos a tope del sendero.
La ruta terminó en el mismo pueblo de Belogradchik, precisamente al lado del castillo. Vimos el castillo por fuera pero no entramos, porque ya estamos un poco hartos de castillos. Luego seguimos explorando el pueblo. En comparación con Vidin no está mal, pero aquí también se ve una mezcla de abandono, decadencia y prosperidad. También hay muchos perros callejeros pero son todos muy amables y dos de ellos querían quedarse con nosotros.
Mi papi y mi tito comieron en la terraza de un pequeño restaurante, tipo comida rápida local. Se nota que somos influencers porque al principio no había nadie más, pero gracias a nuestra presencia la terraza se llenó rápidamente.
Después de la comida cogimos el coche, para avanzar un poco en dirección Sofía y para buscar un sitio para pernoctar. El primer sitio que vimos, en la orilla de un pequeño lago, no nos gustó nada porque había muchísima gente (pescadores etcétera). Entonces seguimos nuestra ruta y encontramos el sitio donde estamos ahora, un escondite en medio del campo. Aquí nadie nos va a molestar.
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