Hoy hemos pasado un buen rato con el papeleo en la frontera. Es que hemos llegado a Georgia, país número 13 en este viaje.
Nuestro último lugar de pernocta en Turquía (por ahora) no fue el más bonito de todos los tiempos pero al menos estábamos protegidos del viento. Por la mañana echamos un vistazo al cañón y el castillo que está al otro lado del abismo. Había una cámper más, de un tio de España que viajaba solo. Comentó a mi Tito Joan que a veces se sentía muy solo. Mi papi dice que además tiene que tener cojones para viajar solo. Mi papi nunca va solo. Yo siempre estoy con él para acompañarlo y protegerlo.
En el camino hacia la frontera solo paramos una vez, para ver un sitio llamado la silueta de Atatürk. Entiendo que a ciertas horas y en ciertos días el sol proyecta una sombra con forma de cara de Atatürk, pero como ahora estaba lloviendo no podíamos verlo.
Pasar la frontera tardó bastante porque teníamos que parar en varias taquillas y oficinas. Incluso querían ver mi pasaporte y un agente de la policía de Georgia escaneó mi chip. Pero todos, tanto los turcos como los georgianos, eran muy amables.
Pocos kilómetros después de la Frontera paramos para comer, ya que ya era algo tarde. Aquí en Georgia es una hora más que en Turquía y dos horas más que en España (y tres horas más que en Canarias, jajaja). Pero enseguida llegó un coche de la policía fronteriza y mi papi tuvo que explicar qué estábamos haciendo allí. Cuando dijo que solo íbamos a estar una hora no había problema y podíamos quedarnos.
Luego paramos en un tipo de cementerio con una cruz gigante en lo alto de una colina. Un hombre muy amable les enseñó el cementerio a mi Tito y mi papi aunque no hablaba nada más que georgiano. Incluso nos invitó a tomar café y raki en su casa. Mi tito explicó con algunos gestos que íbamos un poco justo de tiempo y pasaríamos una próxima vez.
Para encontrar sitio para pernoctar hicimos dos intentos. El primer sitio era en lo alto de una montaña pero poco tiempo después de llegar y montar la casa, comenzó a llover fuertemente y había muchísimo viento. Entonces buscamos un sitio más protegido en un pinar, a unos cien metros de la carretera. Aquí estamos bastante a gusto aunque en el bosque se escucha un montón de animales de no sé qué tipo.