Representación gráfica de tito Javi caminando por Estonia
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¡Menuda jornada perruna llena de aventuras y resbalones inesperados! Os cuento todo con pelos y señales (bueno, los pelos los pongo yo).
El día empezó con lluvia, lo que significa que las actividades fueron bajo techo… ¡y tanto! Papi Edu y tito Javi decidieron meterse en las profundidades de la tierra en el Eesti Kaevandusmuuseum, un museo de minería en Estonia. Yo, como soy un perro muy respetuoso con las normas y además no me hace mucha gracia eso de bajar al subsuelo sin un hueso que desenterrar, me quedé en la cámper.
El museo está en una antigua mina de esquisto bituminoso, y la visita incluye un recorrido guiado por túneles subterráneos donde se puede ver cómo trabajaban los mineros. El guía hablaba en estonio, pero dicen que la experiencia fue tan entretenida e interactiva que el idioma no importó demasiado. ¡Incluso pudieron probar herramientas y ver maquinaria en acción!
Por la tarde, pusimos rumbo a Ontika, donde se encuentra el acantilado más alto de Estonia. Desde unas pasarelas y escaleras de madera, bajamos hasta la playa. Bueno, lo de bajar fue un proceso más controlado para algunos que para otros… Porque tito Javi, confiado en sus habilidades de equilibrista, resbaló en el suelo mojado y se dio un buen porrazo. ¡Menudo susto! Se quedó bastante dolorido, pero como es un auténtico aventurero, siguió adelante como un campeón.
A pesar del golpe, todavía nos quedaba energía (y tito Javi ganas de demostrar que no se rinde), así que hicimos una visita rápida a Sillamäe. Esta ciudad fue una de esas misteriosas urbes soviéticas que ni siquiera aparecían en los mapas hasta los años 90. En su día, aquí se procesaba uranio para el programa nuclear de la URSS, así que no era un sitio al que cualquiera pudiera entrar. Hoy en día, la ciudad tiene un aire retro con edificios de estilo neoclásico y un bonito paseo marítimo.
Cuando el sol ya se había despedido, llegamos a un aparcamiento cerca de Kudruküla, a tiro de piedra de la frontera con Rusia. Con la cámper bien aparcada y tito Javi reposando su espalda dolorida, cerramos un día intenso lleno de historia, paisajes impresionantes y un pequeño (pero épico) resbalón. ¡A ver qué nos depara el próximo día!
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