Día 262

Buzludzha -Stara Zagora - Starazagorski Bani

Geluidsbestand

¡Guau, amigos! Hoy hemos arrancado tarde, ¡pero no por falta de ganas! Era más de mediodía cuando dejamos atrás nuestro rinconcito nocturno y nos pusimos en marcha hacia el puerto de Shipka, un lugar lleno de historia y… ¡escalones! Sí, sí, esos inventos humanos que me hacen desear tener patas más largas.

La carretera hasta allí estaba mucho más amable que hace un par de días, menos hielo y nieve, así que mi papi Edu conducía contento, sin resbalarse con la camper. Llegamos al pie de las famosas escaleras y aparcamos. Desde allí, subimos a pata hasta el Monumento de Shipka, un impresionante homenaje a los héroes que defendieron el puerto durante la guerra ruso-turca. ¿Sabíais que el monumento tiene forma de torre y está coronado con un león gigante? Pues sí, un león que me hacía sentir un poco ratón (aunque ya me lo dicen mucho por mi tamaño, ¡grrr!).

La escalera tiene nada menos que 894 escalones. Yo los subí todos, uno por uno, demostrando que el tamaño no importa cuando tienes energía perruna. Arriba había una taquilla para entrar al monumento, pero adivinad… ¡no aceptan patas! Así que solo pudimos admirarlo por fuera, lo cual ya es bastante, porque el paisaje nevado y las vistas desde allí son una pasada.

El descenso fue un poco más complicado. Las escaleras estaban cubiertas de hielo y, por mucho que yo tenga tracción a cuatro patas, había momentos en que parecía un pingüino deslizándome. Mi papi iba agarrándose como podía, y los dos llegamos al coche con ganas de seguir bajando, pero esta vez sobre ruedas.

Pasamos de largo por el pueblo de Shipka, sin detenernos, porque teníamos una misión más importante: llegar a Stara Zagora. Allí, paramos para ver el impresionante Samara Flag Monument, un homenaje a los valientes soldados que lucharon en la liberación de Bulgaria. Este monumento es todo un espectáculo, con una columna altísimo y una escultura enorme que representa guerreros avanzando hacia la victoria. Si hubiese podido, habría trepado a la columna para ondear mis orejas al viento, pero me limité a admirarlo desde el suelo.

Después, buscamos un sitio para comer y dormir, pero el aparcamiento que encontramos era un desastre: basura por todas partes, nada atractivo. Eso sí, estaba junto a un parque bonito, donde dimos un paseo para estirar las patas. Aunque, como siempre, había demasiados pusis (los gatos y yo tenemos una relación de amor-odio, más odio que amor, si soy sincero).

Ya con el sol cayendo, nos subimos al coche y seguimos hasta un pequeño pueblo llamado Starazagorski Bani, donde encontramos un lugar tranquilo, rodeado de naturaleza, perfecto para pasar la noche. Aquí no hay monumentos ni multitudes, pero tiene ese aire de calma que a veces se agradece después de tanto explorar.

Ahora toca descansar y ver qué tal se nos da la noche.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
2 + 0 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.