Os cuento que anoche me porté como un valiente héroe: aguanté toda la noche sin salir para hacer pis ni popó. ¿Por qué? Porque entre los jabalíes y los perros callejeros, salir era como jugar al escondite con los monstruos.
Por la mañana, mi papi y yo salimos al fin para cumplir con mis necesidades caninas. Y, sorpresa, ni rastro de jabalíes ni de perros. Parece que les asusté con mi mirada feroz... o simplemente dormían.
Luego, arrancamos sin rumbo fijo, con una parada en esa tienda de la que ya sabéis el nombre (sí, esa que empieza con "L" y termina con "IDL", pero shhh, no lo digáis muy alto). Dejádmelo en los comentarios si habéis adivinado.
Decidimos dirigirnos hacia las montañas de Vermio. Y ¡menuda sorpresa! Antes de llegar al pueblo de Seli, ¡nieve por todas partes! Yo estaba más emocionado que un cachorro en su primer charco. Las carreteras estaban limpitas, así que mi papi no tuvo problemas conduciendo.
Subimos hasta las pistas de esquí, donde había un ambientazo: máquinas preparando las pistas y nieve recién caída. Pero, claro, no era un buen sitio para pernoctar, así que decidimos bajar un poco. Seli, por cierto, está a 1400 metros de altura y es un lugar conocido por sus deportes de invierno. Aquí podéis encontrar desde pistas de esquí hasta senderos para explorar en verano. ¡Un paraíso para aventureros!
Gracias a park4night, encontramos un antiguo camping abandonado. En su época debió de ser un lugar lleno de vida y risas. Ahora, aunque vacío, sigue siendo bonito y, lo mejor, tranquilo. Eso sí, daba un poco de yuyu. ¿Y si aparecen fantasmas o zombies? Si algo pasa, contad con que yo seré el primero en ladrar.
Había un manantial funcionando, lo cual era un plus. Mi papi se puso a hacer bricolaje con unas cosas que encontró, mejorando el sistema de calefacción para nuestra pequeña camper. Mientras tanto, yo exploraba el camping, husmeando cada rincón como buen detective perruno.
Al final del día, todo quedó en calma. Puede que el camping esté vacío, pero para nosotros es un refugio perfecto. Desde aquí, con mis patas calentitas y mi barriguita llena, os mando lametones helados y os invito a soñar con nieve y aventuras.
Añadir nuevo comentario