Día 298

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Conduciendo por las calles estrechas de Exilles 🇮🇹 Italia
💶 Nos sale carísimo: cruzando de 🇮🇹 Italia a 🇫🇷Francia por el Túnel de Fréjus
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¡Guau, amigos peludos y humanos! Hoy os traigo una aventura con sorpresas, niebla y un túnel que casi nos cuesta vender la cámper para pagarlo. ¡Agarrad vuestras colas porque esto empieza fuerte!
Después de mi rutina mañanera cogimos el coche y subimos a la estación de Exilles, Está en desuso pero ¡qué sitio más chulo! Allí arriba, en lo alto de la montaña, las vistas eran espectaculares: el pueblo, la fortaleza y el valle se extendían como si estuvieran posando para nosotros. Pensamos que podría haber sido un buen lugar para dormir, pero no nos quejamos del sitio donde habíamos pasado la noche.
Desde allí fuimos al pueblo de Exilles, donde nos atrevimos a meternos con el coche por unas callejuelas tan estrechas que el coche pasó "de perfil". Teníamos ganas de ver el famoso castillo, aunque sabíamos que estaba cerrado. Aún así, nos acercamos para echar un vistazo y... Bueno, desde abajo no se ve tan especial, pero hicimos fotos porque, claro, no todo puede ser épico. El aparcamiento también prometía ser curioso según Google Maps, pero resultó ser más simple que mi primera pelota de tenis.
La idea era cruzar a Francia por un puerto de montaña, todo muy épico, como si fuéramos a descubrir un tesoro. Pero no, Google Maps tenía otros planes y nos llevó a Bardonecchia, donde nos esperaba un túnel. Pensábamos: “Bah, esto será un peaje normalito, 20 eurillos como mucho”. ¡ERROR! Cuando vimos que costaba 73 €, casi me da un ataque. Eso vale como una semana de comida para mi papi o ¡50 pelotas nuevas para mí! (Por cierto, los camiones pagan casi 400 €). Pero claro, ya no había marcha atrás. El diseño del peaje es un poco como cuando te subes a un tobogán en el parque: te tiras y ya no hay forma de parar. Así que pagamos y atravesamos el túnel de 12 kilómetros.
Al otro lado ya estábamos en Francia, pero no creáis que esto era nuevo para mí, que ya habíamos estado aquí al principio del viaje. Lo malo es que las rutas gratis estaban cerradas, así que tocó seguir por autopistas de peaje. Pero, sorpresa, al final eran gratis. ¡Por fin algo de suerte!
Más adelante paramos en un sitio llamado Maximin, donde había un área para autocaravanas y picnic. Mi papi, siempre práctico, sacó su táper eléctrico con su comida calentita y se lo comió allí. Estábamos pensando pasar la noche allí, pero el sitio estaba tan inclinado que parecía que íbamos a rodar montaña abajo. Así que seguimos nuestro camino.
Antes de irnos, visitamos la Torre de Avallón. No podíamos subir, pero desde la base se veía un valle cubierto de niebla que parecía sacado de una película de fantasmas. Hicimos fotos y selfies y luego bajamos al pueblo de Pontcharra, donde hicimos dos cosas importantes: repostar diésel y lavar el coche, que estaba más guarro que yo después de un paseo bajo la lluvia. Y seguimos buscando un buen lugar para pasar la Nochevieja.
Finalmente llegamos a Crolles, un pueblecito tranquilo con vistas al valle. Me gusta que sea tranquilo porque eso significa menos fuegos artificiales, ¡que me dan un yuyu tremendo! Mi papi está liado con su móvil, respondiendo a los miles de mensajes de "Feliz Año Nuevo", mientras yo estoy aquí, disfrutando de la paz y preparando mi mensaje especial para vosotros.
¡Espero que paséis una noche espectacular, llena de huesos, pelotas y abrazos! ¡Nos vemos en 2025!

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