Dormimos con banda sonora de cascada, descubrimos un castillo sin turistas, corrimos entre rocas mágicas y cruzamos a Alemania con queso de contrabando. Y todo sin perder el rabo.
Francia 🇫🇷
Tras tanta ciudad, buscábamos tranquilidad. La encontramos en un lago sin baño, una siesta en autopista y un arroyo con banda sonora líquida.
Hoy tocó turismo intensivo: calles que huelen a gofres, selfies a granel y pueblos tan bonitos que casi te multan por respirarlos. Saltamos Mulhouse, trotamos Eguisheim, coleccionamos fachadas en Colmar y dormimos abrazando el Rin, yo con el hocico en Francia y el rabo en Alemania.
Entre murallas, terrazas francesas y lagos con carteles de “no toques nada”, hoy ha sido un viernes de exploradores. Y sí, el león de Belfort no me ladró. Cobarde.
Hoy la aventura empezó antes de arrancar bien el motor: ramas a la cara, barro hasta las ruedas y un camino tan estrecho que casi salimos en versión exprimida. Pero el destino final: paz, campo y ninguna señal de humanos. Planazo.
Vi glaciares sin frío, me mojé las patas en un lago y sobreviví a una granizada con sonido de guerra. Por suerte, terminamos el día en un mirador de cuento, sin humanos a la vista.
Hoy nos levantamos con sol, pasamos por pueblos con y sin encanto, subimos por un sendero histórico, y acabamos en un rincón escondido con vistas de postal.
Subimos el Charmant Som como dos cabras con prisa. Casi no llegamos antes del anochecer, pero hicimos cumbre, selfies y bajamos corriendo. ¡Día épico en la Chartreuse!
Visitamos el palacio más surrealista de Francia, hecho por un cartero con mucha imaginación y cero prisa. Acabamos empapados en un cementerio y refugiados junto a una iglesia en mitad de nada.
Casi huimos de la lluvia, casi hacemos senderismo, casi nos volamos en un lago y casi dormimos donde no se puede. Pero oye, lo importante es que casi todo salió bien.
Hoy cruzamos media Francia, intentamos una excursión frustrada por la lluvia, vimos el famoso viaducto de Millau desde arriba y dormimos al lado de un menhir y un Cristo, como buenos galos devotos.
Buscábamos playa y acabamos excavando hoyos, esquivando barreras y buscando agua a ritmo de caracol. Dormimos donde las viñas han cambiado de look desde la última vez.