¡Me encontré con un PERRO ROBOT en Barcelona!

En lugar de explorar montañas, carreteras polvorientas o bosques llenos de olores interesantes, decidimos hacer una expedición muy diferente: ¡una visita al centro comercial de la Plaza de Toros en Barcelona! Me acompañaban mi fiel humano, Papi Edu, y nuestra manada del día: Tito Joan, Tita Wilma y Tito Antonio. Un grupo perfecto para una misión de exploración urbana.

Todo iba bien. Yo olisqueando suelos, ellos mirando escaparates... hasta que, de repente, ¡allí estaba! Un perro. Pero no cualquier perro. Un perro sin olor. Sin huellas. Sin aliento perruno ni rastro de lametones pegajosos. Algo no cuadraba. Me acerqué con cautela, moviendo la cola pero sin fiarme del todo. ¡Y entonces lo vi claro! No era un perro de verdad, era un perro robot.

Os juro que parpadeé varias veces para asegurarme de que no estaba soñando. Se movía, giraba la cabeza, incluso parecía observarme con sus ojos brillantes y sin alma perruna. Intenté saludarlo con mi clásico "vamos a jugar" (un par de saltitos y una invitación a la persecución), pero nada. Ni rastro de emoción, ni olfateo de presentación, ni ese lenguaje secreto que los perros compartimos. ¡Qué decepción!

Papi Edu sacó la cámara y grabó todo el encuentro, porque claro, esto hay que verlo para creerlo. Aquí os dejo los vídeos que él ha capturado, para que juzguéis por vosotros mismos: ¿amistad canino-robótica o la prueba de que los humanos están perdiendo el norte con sus inventos?

Yo, de momento, lo tengo claro: si no huele a perro, no es un perro.