Día 61: Pitlochry - Culloden Moor

De curvas, bosques y buscadores de aparcamientos perdidos

Geluidsbestand
169

Esto del catarro de Papi Edu parece el típico invitado pesado que se queda más días de lo que debería. Así que por la mañana, como llevamos haciendo últimamente, lo tomamos con mucha calma. Yo, la cama y la pereza formamos una especie de triángulo amoroso. Pero sobre mediodía, como tampoco somos de raíces profundas, nos pusimos en marcha. Bueno, primero un café para Edu, unas vueltas por la camper para mí y luego sí: al coche.

La ruta empezó con carreteritas de esas que dan más vueltas que un perro antes de tumbarse. Salimos hacia el oeste, cruzando paisajes chulos, bosques y campos escoceses que parecían sacados de un cuento húmedo. Después de media horita así, llegamos a Tummel Bridge, un pueblito diminuto con un nombre que, sorpresa, hace honor a su puente. El puente de piedra cruza el río Tummel con toda la dignidad del siglo XVIII. Sí, porque es de esa época, y fue parte de la red de caminos militares que construyeron los ingleses para controlar las Highlands después de las revueltas jacobitas. Vamos, que tiene historia bajo cada losa. Pero nosotros solo lo cruzamos en modo "foto y a seguir".

Volvimos a las curvas, que ya casi nos saludaban por el nombre, y por fin nos conectamos con la A9, la autovía que sube hasta Inverness. ¡Ah, qué gusto poder ir en línea recta más de 50 metros! Pero claro, tocaba pensar en lo importante: dónde dormir. Y eso, por esta zona, no es tarea fácil. Hay pocos sitios tranquilos en Park4Night, y muchos vienen con prohibiciones de pernocta. Uno que parecía perfecto, en medio del bosque, resultó ser de pago: diez libras por pasar la noche en un simple aparcamiento forestal. ¿Y por qué ese sí y el de al lado no? Misterios escoceses…

Después de dar unas vueltas y casi quedarnos dormidos con el motor encendido, encontramos un lugar más decente: un minúsculo aparcamiento rural, pegado a una ruta nacional de bicicletas. Hay sitio para tres o cuatro coches, y nosotros fuimos los primeros en llegar. Luego apareció una autocaravana de las que parecen transatlánticos con ruedas, pero aún así el sitio sigue tranquilo. De un lado tenemos bosque, del otro una carretera donde pasa un coche cada vez que un unicornio estornuda.

Antes de meternos a la cama (que últimamente es el destino estrella del día), dimos un pequeño paseo por el bosque. Nada épico, solo estirar las patas y oler tres o cuatrocientos arbustos. Luego vuelta a la camper, cena ligera, y a dormir, que mañana seguro que habrá más curvas, más sorpresas y, esperemos, menos mocos.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
1 + 19 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.