gratuito
Me dejaron en casa de Tito Antonio y Tita Wilma, pero cuando volvieron, venían cargados de historias: tranvías, casas torcidas, mercados techados, y hasta un gnomo con ideas raras...
Mientras yo me hacía amigo del primo-gato y paseaba con la familia, papi y tito Joan se metieron en líos en Delft y acabaron con una pierna hinchada en la colina más baja del planeta.
Papi Edu me dejó con Fabi en Edimburgo... ¡y ahora quiero quedarme! Entre siestas épicas, cisnes falsos y camas compartidas con pedetes, descubrí una vida de lujo perruno inesperado.