Papi Edu cayó con fiebre y yo aproveché para acurrucarme todo el día. Visitas australianas, Coca-Cola al sol y siestas infinitas. Dos días sin movernos, pero con historias que contar.
🏴 Escocia - parte 2
Después de tres días en modo enfermería en Cramond, volvemos a la carretera. Vaciamos aguas, llenamos la despensa y acabamos en un sitio con cascadas, río fresquito y un parking de lujo.
Un puente colgante, un baño en el río y el catarro que no se rinde. Mientras Papi Edu lucha contra los virus, yo vigilo desde la toalla. A veces ser enfermero canino es un currazo.
Seguimos la ruta entre curvas y catarros, con parada en un puente histórico y búsqueda desesperada de sitio para dormir. Al final, bosque tranquilo, paseo corto y noche sin sobresaltos.
La gripe no se rinde, pero nosotros tampoco. Paseamos por bosques históricos, buscamos vistas en la península de Black Isle y descubrimos uno de los pocos donde dormir está permitido.
Fuimos a buscar delfines y acabamos encontrando cascadas encantadas, plataformas petrolíferas y jardines ajenos. Menos mal que dormimos rodeados de campos y tranquilidad... ¡sin hadas, ni humanos molestos!
Un día de postal entre catedrales, campos de golf de ricos con palos, dunas salvajes, barcos oxidados y alemanes alucinando con nuestra célula. Y yo, como siempre, en el centro de la acción.
Castillos caros, paseos entre helechos, una playa "alternativa" y un lugar solitario con historia triste. Ah, y arena hasta en las orejas. Así fue nuestro día en las Highlands.
Entre acantilados espectaculares y ruinas ancestrales, Papi Edu lucha contra la tos… y el coche decide unirse al drama con una avería luminosa digna de discoteca.
Luces locas, un castillo colgando del abismo y una cena inesperada con dos señores de Israel. Yo, en la camper con mi pelota. Papi Edu, con mince and tatties en la barriga.
Entre ruinas vikingas, castillos que se asoman al mar y pajaritos que parecen pingüinos, llegamos al mismísimo norte de Escocia... para luego dar media vuelta buscando un sitio donde no nos tiren huevos.
Un paseo entre piedras históricas, una lavadora de lujo y una señora que reparte chuches. Entre viento, recuerdos industriales y un aparcamiento con vistas, encontramos un respiro en el norte de Escocia.