¡Guauuu, amigos! Hoy os cuento mi épica jornada de cuatro patas. Como dije ayer, ¡hoy tocó caminata a lo grande! Casi 30 kilómetros, que en pasos perrunos son... ¡ni lo quiero calcular! Mi pedómetro mental se desbordó. 🐾
Salimos temprano, sobre las ocho y media, desde el hostal en Tarifa. Yo ya soñaba con correr por la playa como en las pelis, pero nada, todo el rato por un camino de madera al ladito. Bonito sí, pero mi instinto de perro playero quedó un poco frustrado.
Tras una horita, hicimos una parada estratégica en un hotel para desayunar. Papi pidió un simple Colacao y tostada, pero ¡boom! La camarera apareció con una bandeja que parecía una obra de arte comestible: pan, queso, jamón y más. Por supuesto, como buen compañero, le eché un cable con el jamón y el queso. Soy un perro generoso, ya sabéis.
Después del festín, nos adentramos en el campo. Empezamos a subir montañas, con caminos de grava y a veces de cabra... Y ahí, amigos, la cosa se puso emocionante: ¡vacas, cabras, cerditos, canalla y burros por todas partes! Yo no sabía si presentarme o salir corriendo, así que opté por quedarme cerca de papi, por si acaso.
No hacía mucho calor, pero el agua era vital. Paramos dos veces en granjas para rellenar las botellas. Papi se encargaba de pedir agua, y yo, de supervisar que nadie nos siguiera. ¡Todo bajo control!
El embalse que pasamos, meh, no era muy fotogénico. En el valle, en cambio, el viento era tan fuerte que casi me convertí en un perricóptero. Claro, con tantos ventiladores gigantes (esos molinos blancos que giran y giran), no me sorprende.
En el Puerto de Ojén alcanzamos el punto más alto. Hay un mirador, pero no os emocionéis mucho, porque no había gran cosa que ver. Desde ahí empezamos a buscar dónde pasar la noche. Papi montó la tienda en un bosque sin vacas, cerca de la carretera pero bien escondidos. La tienda tiene un color camuflaje total, ¡ni un águila nos ve!
Cenamos pronto y al caer la noche nos metimos en la tienda. Ahora mismo estoy un poco nervioso porque se escuchan ruidos de animales del bosque y algún que otro coche pasando. Pero papi me dice que no pasa nada, que estamos seguros y que los animales no nos hacen nada. Yo le creo, porque siempre tiene razón, pero... igual me quedo alerta por si acaso.
Voy a intentar dormir un poco, aunque mis orejas seguirán atentas. Mañana será otro día lleno de aventuras.
Duerme tranquilo chiquitin.......no tengas miedo papi edu te protege, tienes suerte , puedes dormir todas las noches en su camita.