Día 73

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Anoche mi papi me prometió que hoy no íbamos a hacer tantos kilómetros en coche. Y ha cumplido su promesa... más o menos. Salimos del camping, o área de autocaravanas, o aparcamiento (no sé como llamarlo) y fuimos de tirón a la ciudad de Kütahya. Fue una distancia de unos noventa kilómetros, la cual en Turquía, en las carreteras principales se hace ligeramente.
Aparcamos en aquella ciudad y subimos a pie para ver una de de las curiosidades de la ciudad - una mezquita azul. Desafortunadamente estaba cerrada aunque dudo que yo pudiera entrar. Por fuera se la ve chula - está alicatada con azulejos azules. Aunque tengo que decir, tanto mi papi como yo somos daltónicos, pero la mezquita nos parecía más bien turquesa o incluso verde.
Luego nos damos una vuelta por el centro de la ciudad. Dice mi papi que las ciudades turcas no suelen ser nada bonitas, y creo que Kütahya no es ninguna excepción. Casi todo lo que merece un poco la pena estaba en la misma plaza. Entre ellos las letras grandes con el nombre de la ciudad, para hacerse selfies. Pero pasamos un rato agradable paseando por el centro y por los parques de la ciudad. -.
Cuando volvimos al coche un hombre comenzó a hablar con mi papi. Bueno... hablar, con el traductor en el móvil y usando gestos. El hombre había recolectado un cubo de flores silvestres y explicó que era para hacer crema. Le regaló un pequeño bote de crema a mi papi. A lo mejor le vuelva a crecer el pelo en la cabeza cuando se pone la crema, jejeje. Antes de despedirse, el hombre preguntó si mi papi no tenía una navaja para regalarle, porque él había perdido la suya. No tuvo suerte, porque mi papi tiene solo una navaja y la necesitamos.
Salimos en coche de la ciudad para un viajecito de apenas media hora, y llegamos al lugar donde vamos a dormir. Es muy bonito, en la orilla de un lago artificial. Comimos en la cámper y pasamos la tarde tranquilamente en la cámper y en la terraza (el portón del coche). De vez en cuando venía gente al sitio para contemplar el lago, hacer fotos y no sé qué mas. Pero igual que ayer, eran todos muy amables y nadie nos molestó. Lo que sí molesta un poco (aunque ya casi estoy acostumbrado) es la colonia de ranas en el lago, que acaban de comenzar a cantar.

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