Día 71

Goncourt - Liverdun

Nos despertamos en el área de autocaravanas tan agradable de Goncourt. Después de una buena estirada mañanera y un desayuno tranquilo, arrancamos nuestra jornada sobre las 11 de la mañana. ¿Qué mejor manera de empezar el día que siguiendo un sendero marcado en la zona? Este sendero circular de unos 10 kilómetros prometía ser una aventura perruna y humana.

El tiempo hoy estaba de nuestro lado, ¡gracias, dioses del clima! La ruta era una auténtica chulada y súper variada. Empezamos caminando por el campo, saludando a las flores, las mariposas y los pajaritos que nos cruzábamos. Luego, el sendero nos llevó a una aldea tranquila, tan silenciosa que casi podía escuchar mis propios pensamientos caninos. Nada de pan recién horneado ni tiendas, solo unas cuantas casas y el sonido de nuestros pasos.

En el campo, nos encontramos con un montón de vacas. Yo les ladraba con entusiasmo, y ellas me miraban con cara de "¿Qué le pasa a este perro tan emocionado?" Pero, ¿qué puedo decir? ¡La vida en el campo es emocionante!

La última parte del sendero nos llevó a través de un bosque que tenía un aire un poco espantoso y misterioso. Con tanto barro que había por las recientes lluvias, mis patas acabaron hechas un desastre, pero, ¡vaya que fue divertido! A pesar del barro y los charcos, lo pasamos de maravilla.

Sobre las 2 de la tarde regresamos a nuestra fiel cámper. Muchas de las otras autocaravanas ya se habían marchado, dejándonos más espacio para disfrutar. Nos quedamos un rato para comer y descansar un poco, disfrutando de un merecido descanso tras nuestra caminata.

El tiempo empezó a ponerse feo, así que decidimos que era hora de movernos. Cogimos el coche y avanzamos un poco hacia el norte. Entre Goncourt y Liverdun, donde vamos a dormir, pasamos por una zona chula llena de ríos. El río Mosela, en particular, estaba muy inundado, casi parecía un océano en miniatura. El agua corría con tanta fuerza que hacía que mis orejas se agitaran solo de escucharla.

Después de probar varios sitios que no nos convencieron por diversos motivos (demasiada gente, falta de vistas, etc.), finalmente encontramos un aparcamiento para autocaravanas al lado de un camping. ¡Y qué hallazgo fue!

Lo curioso de este lugar es que estamos de maravilla sin pagar un céntimo, disfrutando de espacio y amplias vistas. Al otro lado de la valla, la gente está apretada como sardinas en lata, pagando no sé cuántos euros por una experiencia peor. ¡Qué suerte la nuestra! No somos los únicos inteligentes, hay unas 10 otras autocaravanas en el mismo lugar. Así terminamos otro día agradable en nuestra aventura. ¡Hasta la próxima, amigos aventureros!

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