Para variar, la mañana nos recibió con una ligera llovizna, pero eso no nos mojó el ánimo. Nos subimos al coche y nos dirigimos a Metz, la ciudad de los sueños... ¡de aparcar gratis los domingos! Aparcamos cerca del centro y, como si el sol estuviera esperando su momento estelar, apareció en el cielo justo cuando salimos del coche. ¡Qué oportuno!
Mi papi, el maestro del mapa, había marcado todos los lugares chulos que queríamos visitar. Comenzamos nuestro recorrido en un parque que bordea la muralla de Metz, dirigiéndonos hacia el Porte des Allemands, la Puerta de los Alemanes. ¡Es como un mini castillo que también es una puerta de la ciudad! Subimos gratis y disfrutamos de unas vistas que quitan el aliento.
Luego, nos dirigimos al futurista Centro Pompidou Metz, que es como la versión de bolsillo del Centro Pompidou de París. No entramos, pero el edificio parece un sombrero de origami gigante, ¡muy curioso de ver!
Cerca de allí, encontramos la estación de tren. ¡Qué pasada de edificio! La arquitectura es de otro nivel y está rodeada de preciosos edificios de estilo Art Nouveau. Caminamos por la Avenida de Foch, la avenida central, y nos adentramos en el casco antiguo de la ciudad.
Nuestra próxima parada fue la plaza de San Luis (Place Saint Louis). Había un ambiente genial y la plaza estaba rodeada de edificios antiguos que contaban historias de tiempos pasados. Luego, caminamos hasta la catedral de Metz, una majestuosa construcción gótica que me recordó un poco a la catedral de Sevilla. Es enorme y sus vidrieras son espectaculares. Aunque yo no pude entrar, me quedé vigilando mientras mi papi hacía una visita relámpago.
Junto a la catedral está el mercado cubierto de Metz, pero lamentablemente estaba cerrado. Desde allí, cruzamos el puente sobre el río Mosela para visitar otra iglesia en una pequeña isla: el Nuevo Templo. Este lugar tiene un parquecito agradable y ofrece bonitas vistas del río y sus alrededores. También en la isla está el Teatro de la Ópera de Metz, otro edificio impresionante.
Seguimos nuestro paseo por la orilla del río Mosela hasta el Puente de las Rejas. Aunque las rejas ya no están, antes formaban parte de la muralla. Desde allí, continuamos caminando junto al río hasta llegar a donde el río Seille se encuentra con el Mosela. La muralla en esta zona es fascinante, con muchas pequeñas torres como la Torre del Diablo y la Torre de los Caldereros, y todo el parque es un lugar genial para explorar.
Cuando volvimos al coche, nos dimos cuenta de que habíamos pasado mucho más tiempo en la ciudad de lo que esperábamos, ¡porque Metz nos había encantado! Ya eran casi las 7 de la tarde cuando cogimos el coche y empezamos a buscar un lugar para dormir. Terminamos en el aparcamiento de un club de kayak a orillas del Mosela. Es un sitio muy tranquilo y aquí podemos ver claramente el alto nivel del agua en el río. ¡Un día agotador, pero inolvidable!
En resumen, Metz es una ciudad que sorprende y encanta. Si alguna vez tenéis la oportunidad, no dudéis en visitarla. ¡Os aseguro que no os arrepentiréis!
Añadir nuevo comentario