Hoy el plan era sencillo: no hacer nada… pero hacerlo a lo grande.
Nos despertamos en nuestro aparcamiento privado con vistas al fiordo, como reyes. Bueno, mejor dicho, como reyes con legañas, porque yo tardé lo mío en abrir el ojo. Afuera el día estaba un poco tontorrón: ni sol ni lluvia, ni calor ni frío. Un sí pero no meteorológico.
Así que decidimos que hoy sería día de descanso. De esos que van de siesta en siesta pasando por alguna que otra comida (o intento de birlar algo de la mesa, que siempre anima el ambiente).
Entre cabezada y cabezada, bajamos un par de veces a la playita privada. Yo, como siempre, olisqueando cada piedra como si me fuera la vida en ello. Papi Edu, fiel a su nueva afición nórdica, volvió a meterse al agua en pelotas. Ya sabéis, por si alguna gaviota aburrida no había tenido suficiente espectáculo el día anterior. Yo me limité a meter la puntita de las patas. Con dignidad. Que uno tiene un prestigio que mantener.
El agua seguía fresquita, pero no tan mala como parecía. Eso sí, el cielo seguía sin decidirse a ser simpático, así que entre baño y baño íbamos saltando entre gotillas de llovizna y rachas de viento que parecían decirte "hala, vete pa' dentro otra vez".
En los ratos secos, papi Edu aprovechó para hacer algunos arreglillos en la camper. De esos pequeños detalles que nunca terminan: aquí apretar un tornillo, allí ajustar una bisagra, limpiar un poco la arena que mágicamente aparece por todas partes (yo no he sido… probablemente). Yo le ayudaba, claro, supervisando desde mi toalla con un ojo abierto y otro medio cerrado. Inspección técnica de alta categoría.
También dedicamos tiempo a poner al día el blog, ordenar fotos y vídeos del viaje (¡a ver si encontrábamos alguna en la que yo no saliera movido como un alma en pena!) y planear un poquito las próximas rutas. Porque descansar está muy bien, pero una buena aventura siempre debe estar a la vuelta de la esquina.
Pero como dice papi Edu, "cuando todo va perfecto, se vuelve aburrido". Y yo, que soy muy de estar de acuerdo con las frases que no entiendo del todo, meneé la cola con entusiasmo.
Mañana seguro que el mapa vuelve a desplegarse y las ruedas a girar. Pero hoy, amigos, hoy hemos sido expertos en el noble arte de no hacer absolutamente nada… y hacerlo de maravilla.
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