Hoy arrancamos el día en un rincón increíble de la costa de Kotka, donde pasamos la noche tranquilos, cerca del agua. ¡La mañana comenzó perfecta! Fuimos a una pequeña playa donde el agua estaba de lujo. Papi Edu no se lo pensó dos veces y se metió a nadar un buen rato, mientras que Tito Joan y yo, aprovechamos para tumbarnos al sol y disfrutar de la calma. Estábamos tan a gusto que, por un momento, parecía que el lugar era solo para nosotros. ¡Una pasada!
Después, nos subimos al coche y en un abrir y cerrar de ojos llegamos a Sapokanlahti, ¡y menuda joya de sitio! Un puerto pequeño rodeado de paisajes que dejaban sin palabras. Aparcamos cerca del agua y nos lanzamos a explorar. Subimos una colina, descubrimos unas cascadas (aunque estoy bastante seguro de que son artificiales, pero igualmente guays) y vimos esculturas abstractas que daban un toque artístico al lugar. ¡Un sitio que se queda en la memoria!
Seguimos el viaje con una pequeña parada en el Lidl de Kotka para reponer víveres y, después, tomamos la autovía para adentrarnos en carreteras más estrechas. Tras unos 100 km, paramos junto a un lago rodeado de bosques. ¡Finlandia nunca deja de sorprendernos! Este paisaje de lagos y árboles nos dejó boquiabiertos, como siempre. ¡Es como estar en un cuento!
Por la tarde, llegamos a Lappeenranta y, como no, fuimos directos a la Fortaleza de Lappeenranta (Lappeenrannan linnoitus). ¡Qué lugar tan impresionante! La fortaleza, construida en el siglo XVIII, está en lo alto de una colina y ofrece unas vistas alucinantes del lago Saimaa. Al caminar por sus empedradas calles y explorar sus viejas murallas de piedra, sentí como si viajara en el tiempo. Todo estaba tan bien conservado que me imaginaba a los antiguos soldados patrullando esas murallas. Y las vistas… ¡desde lo alto, la ciudad y el lago se veían espectaculares!
Aparte de la historia y la arquitectura, lo mejor de la fortaleza es la sensación que te da estar allí. Es como si el pasado te envolviera, y a la vez, el paisaje natural que rodea el lugar hace que todo se sienta aún más mágico. En la base, cerca de la marina, encontramos el Castillo de Arena de Lappeenranta (Lappeenrannan Hiekkalinna), que también era impresionante, pero la fortaleza fue lo que realmente me hizo sentir como un verdadero aventurero.
Después de recorrer la ciudad y empaparnos de historia, decidimos continuar y encontrar un lugar donde dormir. Nos dirigimos al otro lado del lago Kaukaanselkä, rodeado de islas conectadas por una carretera. Finalmente, encontramos un sitio perfecto para descansar, tranquilo y con mucha privacidad, justo frente a una fábrica de papel. El lago, con troncos flotantes, se veía aún más bonito cuando cayó la noche y las luces de la fábrica empezaron a brillar a lo lejos. ¡Una vista mágica para terminar el día con broche de oro!
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