Día 192

Riga - Dzintari

Geluidsbestand

¡Guau, amigos! Hoy repetimos parte del paseo que hicimos con mi tío Javi hace unos días, pero eso no significa que haya sido aburrido. ¡Para nada! Nos lo pasamos genial recorriendo Riga como unos verdaderos exploradores.

Salimos temprano de nuestro paraíso junto al lago y pusimos rumbo a la gran ciudad. Cuando llegamos, tito Joan y yo bajamos del coche para empezar la aventura a pata, mientras papi Edu cruzaba el río Daugava en coche y aparcaba junto al Uzvaras Parks. Pero claro, no podía volver caminando como la gente normal... No, no. ¡Se alquiló un patinete eléctrico y vino surfeando la ciudad como un adolescente!

Nos encontramos cerca del Memorial a las Víctimas de la Ocupación Soviética, un lugar muy serio que recuerda a todas las personas que sufrieron represión durante la ocupación soviética de Letonia. Después de un momento de reflexión, seguimos nuestro camino hacia la parte más guay de la ciudad.

Vimos el Ayuntamiento de Riga y la Iglesia de San Pedro, con una torre tan alta que casi se pierde entre las nubes. Luego llegamos a la estatua "Brēmenes muzikanti", que representa a los músicos de Bremen del cuento de los hermanos Grimm: un burro, un perro, un gato y un gallo subidos unos encima de otros. Dicen que tocarles el hocico o el pico da buena suerte, así que claro, yo tuve que comprobarlo. ¡Si mañana me toca un saco de chuches, ya sabemos por qué!

Seguimos hacia la Escuela de Arte y después nos adentramos en la zona de los edificios art nouveau. ¡Guau, qué fachadas tan impresionantes! Están llenas de detalles, caras misteriosas, figuras de animales y adornos tan elaborados que parece que los edificios te estén contando una historia. Dicen que Riga es una de las ciudades con más construcciones de este estilo en el mundo, y yo creo que tienen razón.

En el camino de vuelta pasamos por el Palacio Presidencial (yo intenté entrar, pero parece que no aceptan perros presidentes... ¡su pérdida!) y en la Plaza del Ayuntamiento nos hicimos una selfie con el letrero de "Riga". Pero aquí ya tito Joan y yo estábamos al borde del colapso. ¡Patas agotadas, energía al mínimo! Así que papi Edu, que ya le había cogido el gustillo al tema, alquiló otro patinete y fue a buscar el coche para rescatarnos.

Salimos de la ciudad y antes de buscar nuestro refugio nocturno, hicimos una parada rápida para lavar el coche. Luego encontramos un sitio precioso junto a un embalse del río Daugava. Y como siempre, papi Edu no pudo resistirse y se lanzó al agua como un loco. Yo, desde la orilla, le observaba con mi mejor cara de "¿pero qué necesidad?".

¡Menudo día, amigos! Ahora toca dormir y recargar energías para la próxima aventura. ¡A ver qué nos espera mañana!

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
5 + 0 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.