Día 193

Dzintari - Lazdona

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Hoy arrancamos con muuucha calma. Salimos tarde, casi al mediodía, pero bueno, tampoco hay prisa. Nos subimos al coche y en una horita llegamos a Koknese. Aparcamos en el parking del castillo, que en realidad ya no es castillo, sino ruinas: Kokneses viduslaiku pilsdrupas. Y menudas ruinas, porque están en un sitio espectacular, justo al borde del río Daugava.

Este castillo, que alguna vez fue una fortaleza impresionante, quedó destrozado en el siglo XVIII cuando los suecos decidieron volarlo. Ahora quedan solo los muros de piedra, pero aun así es un sitio chulísimo para pasear. Además, todo alrededor es verde, con caminos que bajan hasta el agua. Me aseguré de dejar mi rastro por ahí, marcando estratégicamente las esquinas más importantes.

Después nos fuimos a dar un paseo por el parque Kokneses dabas parks, que está justo al lado. Es un parque bonito, con árboles enormes y caminos tranquilos. Allí vimos algo curioso: una escultura de madera llamada Mūžībai. Es un monumento en honor a los que perdieron la vida por la independencia de Letonia. La figura parece un rostro mirando al horizonte, tallado en madera oscura, con un aire solemne.

Tras tanta historia y caminata, volvimos a la cámper para comer en el mismo aparcamiento. Yo, como siempre, no empecé hasta que mi pato de goma sonó. Es la ley. Luego, otra horita de coche hasta nuestro destino para dormir. Y para variar (ironía, mucha ironía) estamos al lado de un lago, esta vez cerca de Madona, en Lazdona.

Ahora, pregunta importante: ¿quién se metió en el agua? Pista: no fui yo. ¡Papi Edu! Dice que el agua estaba fresquita, pero que no se podía resistir. Yo lo miré desde la orilla, con cara de “ni loco me meto ahí”. Al final del día, otro lago más en nuestra colección y otro sitio tranquilo para dormir. Mañana, más aventuras... o más lagos, que ya no sé qué esperar.

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