Kiidjärve - Tartu - Kivilõppe

Dormimos al ladito de la torre mirador de Valgesoo matkarada. Por la mañana hicimos el paseo que empieza allí mismo, una ruta de tablas de madera que atraviesa el bosque y el pantano. A mí me encantan esos caminos que suenan toc toc toc bajo las patas. En medio hay un marco amarillo gigante, como la portada de National Geographic. ¡Me pusieron en el centro y me hicieron una sesión de fotos! Yo con cara de explorador, viento en el hocico... solo faltaba el logo.

Después volvimos al coche y condujimos unos kilómetros hasta el molino de Kiidjärve, porque papi Edu quería verlo. Desde lejos se ve bonito, entre árboles y agua, pero no se puede acercarse, así que le echamos un vistazo y seguimos.

Tocaba volver a Tartu. Ya habíamos estado hace unas semanas con tito Javi, pero nos gustó tanto que decidimos repetir y enseñar la ciudad a tito Joan. Aparcamos en el mismo sitio y recorrimos los mismos lugares: la plaza del ayuntamiento, con su letrero gigante de TARTU (perfecto para selfies perrunos), la fuente con dos personas abrazadas bajo un paraguas (¡nunca se mojan!), y las ruinas de la catedral de Tartu (Tartu toomkirik), donde solo quedan un par de fachadas de ladrillo rojo que impresionan un montón. También vimos la universidad (Tartu Ülikool), llena de estudiantes y edificios elegantes, y la iglesia de San Juan (Jaani kirik), con figuritas de terracota pegadas en la fachada como si alguien hubiera estado jugando con barro. Todo está rodeado de parques y zonas verdes. Es una ciudad bonita, tranquila y muy agradable. Nos encanta.

Después de tanta arquitectura y tanta foto, fuimos al lago Haage Järv. Comimos allí, descansamos un buen rato y papi Edu se dio un baño. Yo me dediqué a mirar patos reales (de los que vuelan) y a dormir la siesta bajo los arbustos.

Luego hicimos unos cien kilómetros más en coche, bordeando medio lago Vörtsjärv. Vamos a dormir en un área recreativa junto al lago, pero esta vez hay poca agua y en la orilla solo se ve barro y algas. Hay una torre mirador, la Tarvastu Poldri vaatetorn, pero está tan deteriorada que no se puede subir.

Así que nada, sin vistas pero con un montón de olores nuevos. Y yo, como siempre, feliz.