Hoy salimos a las diez y media de nuestro escondite playero. No había prisa, pero yo ya había hecho sonar mi pato y estaba listo para la aventura. En dos minutos estábamos aparcados en pleno centro de Pärnu (Pärnu kesklinn, como dicen por aquí). Me bajé del coche con Papi Edu y Tito Joan y empezamos a explorar la ciudad.
Pärnu es una ciudad pequeña pero muy coqueta, con edificios de madera antiguos, parques enormes y un paseo junto al río que huele a salchichas. Pero lo más raro fue que… ¡había elefantes! No de verdad, pero casi. Estaban por ahí pintados en paredes, puestos en escaparates, en esculturas... Yo al principio me asusté un poco. Me acerqué a uno para olfatearlo y no se movía. Le di un par de vueltas, intenté levantar la pata para dejarle un mensajito y Papi Edu me dijo que mejor no. Yo creo que esos elefantes están ahí para vigilar que no se porten mal los turistas.
Después de tres horas de paseo y pipís culturales, cruzamos el río y fuimos a una zona más tranquila y rústica, también cerca de la playa. Allí comimos en la camper y yo aproveché para echarme una buena siesta con mi barriga llena y la lengua fuera.
A las cinco volvimos a subirnos al coche y pusimos rumbo a Tallinn. Pero antes… había que hacer compras. Fuimos a esa tienda humana que empieza con L (yo sé cuál es, pero no quiero hacerles publicidad). Justo antes, o justo después, no sé bien porque estaba dormido, nos pilló un atasco horrible. Human@s enfadados, claxon por aquí y por allá… menos mal que yo iba tranquilo en mi cama con mi pato.
Después de llenar la despensa con cosas ricas (yo vi que compraron salchichas, por cierto), fuimos directamente al sitio donde íbamos a dormir. No hacía falta buscar porque ya lo conocíamos de antes, cuando estuvimos con Tito Javi. Es el puerto de Tallinn, muy cerquita del centro pero rodeado de árboles, hierba alta y mucho espacio para correr. Para mí, perfecto.
Ahora a descansar, que mañana seguro toca más ciudad, más paseos… y espero, más salchichas. Y por favor, que no haya elefantes.
Añadir nuevo comentario