Os traigo mis primeras impresiones de Hungría, ese país donde el horizonte parece una línea recta infinita y los escondites para campers son más raros que un hueso con wifi.
Nuestra aventura empezó con una ruta en coche de unos 45 kilómetros, hasta llegar a Tokaj, un lugar que, según mi papi Edu, tiene un nombre que suena a un brindis elegante. Y no es para menos, porque esta pequeña ciudad es famosa por su vino, especialmente el Tokaji Aszú, que es como el néctar de los dioses pero en botella. Lástima que yo no puedo catarlo... aún.
Dimos un paseo por el centro, pero el pobre pueblo estaba en plena "operación cambio de look". Obras por aquí, zanjas por allá, y una estética de "esto quedará bonito, lo prometemos". Puedo imaginar que, cuando terminen, y en temporada alta, Tokaj será un lugar lleno de vida, con calles arregladas y el aroma a uvas fermentadas en el aire. Pero, de momento, nos conformamos con su río. Anduvimos por su orilla viendo a los locales pescar tranquilamente. Yo, con mi nariz al viento, detecté un ligero aroma a pescado fresco... o eso me pareció.
Después, seguimos nuestra búsqueda del lugar perfecto para comer y pasar la noche, pero aquí viene el dilema: Hungría es más llana que mi cama improvisada en la camper, y los campos de cultivo no ofrecen muchas esquinas acogedoras para aparcar sin molestar. Probamos suerte en un sitio recomendado por Park4Night, una zona de pesca con mesas de picnic. Pero ¡vaya éxito tenía! Parecía una quedada nacional de pescadores. Así que tocó seguir rodando.
Justo al caer la noche, encontramos un aparcamiento compartido entre un parque y un restaurante. Nada del otro mundo en cuanto a estética, pero se respiraba tranquilidad, y eso siempre es un plus. Antes de dormir, exploramos un poco el parque. Era amplio, verde y lleno de olores interesantes, perfecto para olfatear antes de recogerme en mi rincón de la camper.
Y así, bajo el cielo húngaro, descansamos en nuestra primera noche en este país de horizontes interminables. No fue la velada más pintoresca, pero a veces lo sencillo tiene su encanto.
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