Correteando por la nieve en Montenegro (pero blanco)
Audio file
¡Guau! Hoy nos despertamos con el sol brillando como si quisiera darnos la bienvenida a un día épico. Nada más arrancar el coche, se nos acercó un hombre sonriente que empezó a hablarnos en un idioma que sonaba muy bonito, pero que no entendimos ni por asomo. Con gestos y buena voluntad, logramos captar que no había problema en haber dormido allí. ¿Era el dueño del terreno? Quién sabe, pero ¡qué majo era!
Con el buen tiempo teníamos claro que queríamos caminar. Subimos hacia una carretera helada que parecía prometedora para el senderismo, pero ¡vaya chasco! No había dónde aparcar porque la nieve formaba muros altísimos. Así que cambiamos de planes y bajamos hacia Pejë (Peche) para seguir hacia la frontera con Montenegro y probar suerte con otra ruta ese país.
Por cierto, ayer habíamos visto un camino en el mapa que llevaba a la frontera, pero resultó ser un "camino de cabra" bloqueado con piedras, porque ese control está más anticuado que el walkman de mi papi. Hoy sí encontramos una carretera decente que nos llevó a un paso fronterizo activo.
A medida que subíamos, la nieve se hacía más espesa y el paisaje más espectacular. ¡Nunca había visto tanto blanco junto! (Bueno, excepto en Andorra y Francia, pero eso es otro ladrido). Llegamos al control de Kosovo, y tras enseñar el pasaporte y los papeles del coche, seguimos subiendo y subiendo. ¡A 1800 metros de altura, aquello era un paraíso nevado!
La frontera de Montenegro fue igual de sencilla, y con eso sumamos nuestro país número 23 de este año.
Poco después de cruzar la frontera, encontramos un sitio sin nieve para aparcar y varios senderos largos. Optamos por caminar por una carretera nevada y aplastada, perfecta para mis patas. ¡Qué pasada! Corría, saltaba y hundía el hocico en la nieve como si buscara un tesoro helado. Caminamos unos dos kilómetros de ida y otros dos de vuelta, y cada paso fue pura felicidad. Este momento fue, sin duda, lo mejor del del día.
Al final del día llegamos a Berane, donde aparcamos junto a un parque. Las vistas son bonitas, pero hay tanta basura que parece un vertedero. Paseando por el parque (que más bien parece un bosque), descubrimos un monumento impresionante: el Spomenik na Jasikovcu, un cono de piedra negra rodeado de lápidas decoradas con flores talladas. Un hombre joven que hablaba inglés perfecto nos explicó que es un homenaje a los partisanos caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Mientras mi papi charlaba con el hombre, yo jugué con los niños que iban con él. ¡Lo pasamos genial! Cuando cayó el frío volvimos al coche, listos para descansar tras un día tan especial.
Añadir nuevo comentario