Bihać (BiH) - Hambarište (HR)

¡Venga, aventureros, allá vamos! Os cuento lo que pasó en nuestra última jornada de exploración, ¡que fue de lo más emocionante y, como siempre, un poco loco!

El lugar donde dormimos estaba bastante guay, aunque en realidad era un aparcamiento cerca de un monumento. Pero claro, si la gente no fuera tan guarra y no tirara basura por todo, ¡sería un paraíso! Pero bueno, es un problemón no solo en Bosnia, sino en todo el área de los Balcanes. Una pena, pero la naturaleza sigue siendo preciosa a pesar de todo.

Cogimos el coche, nos despedimos de Bosnia y Herzegovina (adiós, Bosnia, ¡hola Croacia!), y nos dirigimos directamente a un sitio impresionante, casi en la frontera: la base aérea abandonada de Željava. ¡Madre mía! Este lugar tiene historia, y no cualquiera, eh. Fue una base militar yugoslava, llena de túneles y hangares secretos, ¡como un lugar sacado de una peli de espías! Bueno, al menos no nos encontramos con James Bond, pero algo parecido…

Lo primero que vimos al llegar fue un avión abandonado. Estaba allí como un trozo de historia dejado a su suerte. Le pusieron una escalera de madera para que todos los humanos pudieran subir y mirar dentro. ¡Pobre avión! Estaba tan vandalizado que parecía que le habían robado hasta el último tornillo. Pero, a pesar de todo eso, ¡es un sitio bastante chulo! Imaginaros, un avión en medio de la nada, cubierto de pegatinas y con más historias que un perro callejero.

Luego, cogimos el coche y exploramos la base aérea. ¡Qué sitios tan raros! Todo abandonado, con edificios en ruinas y más túneles que la madriguera de un conejo. Y lo mejor de todo… ¡el búnker subterráneo para aviones! ¡Vaya pasada! ¿Sabéis lo que hicimos? Claro, nos metimos en el búnker con el coche. ¿Por qué no? ¡Total, estaba abierto! Al principio, no sabíamos hasta dónde podríamos llegar, pero claro, nos encontramos con una puerta de hormigón anti-nuclear rota y caída, y las barras de metal que quedaban tapaban el paso. ¡Vaya rollo! Pero como somos valientes (y muy curiosos), seguimos explorando a pie, linterna en mano, por los túneles oscuros. Y, ¡wow!, ¡era un laberinto gigante! Algunos túneles eran tan largos que no veíamos el final. Menos mal que salimos de allí sin perdernos, porque si no, ya me veíais pidiendo ayuda por radio (o ladridos, que también sirven).

Ya estábamos agotados después de tanta aventura, pero aún nos quedaba lo mejor… ¡buscar sitio para dormir! Y en Croacia, como ya sabéis, no es nada fácil encontrar un lugar tranquilo donde no te multen por aparcar la camper. Pero nada nos detiene. Encontramos un sitio en Park4night que parecía perfecto. ¡Hasta nos cruzamos con otro camper de Dinamarca! Pero el lugar estaba hecho un barrizal por tanta lluvia, y además, había máquinas de excavación y grúas por ahí. No queríamos ser los “guiris” que se meten en medio de una obra, así que nos fuimos.

Buscamos otro lugar, y encontramos uno más escondido. Para llegar, tuvimos que subir por un camino de barro, ¡porque en Croacia llueve como si no hubiera un mañana! Nos plantamos en un aparcamiento de una zona de escalada, que antes era una cantera. ¡Ahí nos quedamos! No nos metimos dentro de la cantera, porque mi papi, que siempre piensa en todo, dijo: “¿Para qué? Si ya estamos perfectos aquí arriba”. Y ya sabéis lo que dicen, mejor seguro que arrepentido. Montamos nuestro campamento, y cuando estábamos listos… ¡lluvia a saco! Pero tranquilos, nada nos va a parar.

Y entonces, justo cuando pensábamos que podíamos dormir tranquilos, mi papi recibe una alerta de su móvil: ¡aviso naranja por nieve! ¿Nieve? ¡Si hace 6 grados! Pero bueno, en Croacia todo puede pasar. Al parecer, se esperan más de 20 centímetros de nieve. ¡Increíble! Pero no le damos mucha importancia, ya veremos qué pasa mañana. Entonces pronto nos metemos en la cama (o lo que sea que usamos para dormir). ¡Mañana será otro día de locura!