Escalamos rocas, entramos en cavernas mágicas y huimos del gentío en busca del bosque perfecto!
Global Tracking 2024
Subimos las impresionantes escaleras de Midsund, con 3.292 escalones hasta 729 metros, disfrutando de vistas increíbles. Fue una caminata épica y desafiante.
Hoy hemos atravesado túneles submarinos, subido 418 escalones y olido más fiordo que un bacalao jubilado. Y aún nos quedaron fuerzas para correr por la costa. Día completito, ¡con sello perruno!
Niebla, turistas y excursiones carísimas. Geiranger nos dio calabazas, pero encontramos sitio con vistas, historia de guerra y un túnel que parece una atracción submarina.
Geiranger: fiordo de ensueño y un tractor gruñón: Entre nubes y cascadas, encontramos un sitio perfecto para dormir… hasta que apareció el granjero con su tractor. ¿Qué haríamos sin los carteles misteriosos?
¡Nos prometieron hielo épico y nos dieron una nevera cerrada! Caminata hasta el glaciar Nigardsbreen, túneles como cuevas de trolls y final del día en un parking feo pero funcional.
Subimos a un lago secreto, vimos un oso que no era oso y olimos una iglesia que huele a barbacoa medieval. No entré, pero me lo contaron todo.
Un paseo por Undredal, una excursión en el famoso Flåmsbana y una noche fría en lo alto de Aurlandsfjellet. ¡Entre trenes, cascadas y miradores vertiginosos, hoy no nos hemos aburrido!
Otra salida tardía, otra carretera de postal. De Tvindefossen a las casitas de Nesheimstunet, hasta llegar a Undredal, donde el rugido del río nos arrulló para dormir... sin vikingos enfadados a la vista.
Hoy la aventura fue cambiar de sofá rodante: de una playita escondida a un llano perdido, pasando por fiordos y curvas que nos dieron más vueltas que una lavadora.
Salimos en ferry eléctrico, cruzamos fiordos, Bergen nos dejó fríos como un salmón, pero rematamos el día cruzando puentes de vértigo y durmiendo en un lago perdido de la isla de Osterøy.
Día de relax absoluto: siestas, baños en nuestra playita privada y unos retoques en la cámper. El cielo un poco soso, pero el plan de no hacer nada salió perfecto.