Cerramos Irlanda con paseo de película, cantera clandestina, colada con vagabundo cervecero y camarote “pet‐friendly” donde me prohibieron la cama… y fui el primero en subirme.
🇮🇪 Irlanda
De playas interminables a dunas y reservas naturales, terminamos el día entre colinas y brezos, explorando, jugando y disfrutando del último rincón secreto antes de despedir Irlanda.
De ruinas medievales a ferris tragacoches, pasando por el faro más viejo del planeta y una cena tardía con viento en modo secador industrial: día completito para un perro explorador y su humano despistado.
De reyes vikingos a playas prohibidas, pasando por un marinero de metal que nunca pestañea. Yo, con la cola en alto, viví un día de castillos, acantilados y siestas con ronquidos gloriosos.
Entre ruinas milenarias y un puente gigante, corrí, olfateé y salté entre charcos mientras la lluvia nos acompañaba. Waterford nos esperaba con aventuras y vistas al río.
Entre dunas, playas y chaparrones, seguimos la ruta hasta un rincón solitario cerca de Tintern Abbey. A veces la lluvia también sabe a aventura.
Hoy sin tito Joan, con lluvia y multas misteriosas, recorrimos carreteras de peaje invisibles, exploramos ruinas misteriosas y acabamos olfateando la costa de Wicklow.
Entre ráfagas de viento vimos el Guinness Lake desde lo alto, paseamos por el inmenso Corkagh Park, nos colamos en Ikea sin albóndigas para mí y despedimos a tito Joan en el aeropuerto.
Entre tormentas y ruinas descubrí un dolmen gigante, un castillo embrujado y los senderos de Glendalough. Yo posaba como arqueólogo perruno mientras papi Edu y tito Joan luchaban con la lluvia.
Entre castillos medievales, duchas gratis y barreras imposibles, terminé el día como un rey perruno vigilando un aparcamiento junto a un cementerio.
Dormí tranquilo en el bosque hasta que papi me llevó a Cahir y Cashel, donde los castillos me dejaron fuera del plan. En Kilkenny me resarcí jugando como loco con manzanitas caídas.
Exploramos Cork con su Mercado Inglés, catedral imponente y murales vibrantes. La tormenta nos alcanzó, pero seguimos hacia Scaragh Woods, un escondite mejor de lo esperado.